lunes, 6 de agosto de 2018

The man

El éxito nos convierte en tipos sin responsabilidad y el fracaso nos convierte, una vez más, en humanos. Un tipo que es capaz de mover un milímetro de ilusión es un tipo que merece la pena ser alabado. Pero todo en su justa medida. Corrían los años noventa y el Nottingham Forest se mostraba incapaz de reverdecer laureles, pero había un tipo que los sacó del letargo. Al menos durante un par de años. Justo el tiempo que tardó en volar a Liverpool, aquel rival que, años atrás le peleaba la supremacía y ahora gastaba todo su dinero en robarle a su máxima estrella.

Pero la historia de algunas estrellas es también la historia de los estrellados. Un tipo con hambre es capaz de morder la hierba en pos del reconocimiento, un tipo con dinero es un ente sin propósitos y un hombre sin recursos más allá de los excesos. Les ha ocurrido a muchos, le ocurrió también a Stan Collymore.

Cuando llegó a Oviedo, "the man" era ya una vieja gloria en busca de su última oportunidad. Ni siquiera él mismo se dio el beneficio de la duda. Cuarenta días después, llegó el diluvio. Tras un par de actuaciones intrascendentes y una serie de entrenamientos desganados, el que un día fue el futbolista más caro del mundo, dijo que se retiraba. Así, por las buenas, con treinta años, sin más gloria que fortuna, sin más fortuna que gloria.

La historia de las estrellas es, también, la historia de algunos estrellados. Acumular excesos, vivir de las rentas, labrarse un pasado; muchas veces la victoria es una derrota anticipada porque el fútbol exige carácter y el carácter exige compromiso. Cuando se pierde la pasión se pierde el sueño. Hay muchos niños que sueñan con ser futbolistas. Muchos de ellos sólo querrán ganar, otros, como Collymore, se conformarán con haber llegado.

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