martes, 26 de marzo de 2019

Cuando reinar no basta

Una década de dominio, una docena de grandes actuaciones a nivel internacional, centenares de goles, muchos de ellos decisivos y el logro, siempre tan difícil, de convertirse en el tipo alrededor del cual circula el juego de un equipo. Ni jugar en la gran Juve, ni ser el líder de Italia, ni convertirse en ídolo por causalidad le sirvió a Alessandro Del Piero para tener el honor de figurar en el podio de los grandes premios inmortales.

En el fondo da igual. Estoy seguro de que hoy recordamos a Del Piero por encima de muchos de los galardonados con el Balón de Oro; porque en fútbol, la memoria se forja con actuaciones brillantes y con una personalidad de acero. A Del Piero no le quemaba la pelota y por ello se mostraba siempre en la posición idónea; un mediapunta con alma de delantero que jugaba a dos toques en tres cuartos e inventaba majestuosidades en el borde del área.

Existe un punto de inflexión en la carrera del hombre que devolvió a la Juventus al primer plano mundial. El ocho de noviembre de 1998, en el descuento de un partido controlado, Del Piero pisó mal y se rompió los ligamentos de la rodilla. Nueve meses después regresó un futbolista menos potente, menos veloz, menos hábil. Los que creyeron que había perdido capacidad para asombrar quedaron, con el tiempo, retratados, porque Del Piero ganó capacidad para pensar.

El guerrero se había convertido en cacique y gobernaba los partidos desde la dosificación. Perdió radio de acción pero ganó radio de actuación; menos decisivo en el área, más decisivo en el juego, Del Piero se transformó en director al tiempo que dejaba que unos llevasen los galones y otros marcasen los goles. Cuando todos, galardonados y goleadores, se marcharon, en el erial en el que se convirtió la Juve, permaneció, inerme, el capitán que había conducido a las tropas hacia la gloria. Capitaneó el regreso a la élite y se marchó con el tiempo justo para volver a campeonar. Por ello, más allá de la gloria, permanece la memoria. Hoy en día no existen ídolos en la Juventus; existes jugadores históricos y existe un Dios supremo. Pagano y adorado. Recurso común para todos aquellos que se preguntan qué significa ser ídolo en un equipo histórico.

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