Bastó una respuesta enconada de Koke para que los más míseros de la opinión se lanzaran a emitir una comparativa tan absurda como innecesaria. Porque Van der Vaart pudo haber sido un jugador técnico, con un buen golpeo de pelota y con ciertas habilidades para la conducción, pero la capacidad organizativa de Koke no la tuvo en toda su carrera. Y es que en este país gusta mucho desprestigiar a muchos futbolistas por el mero hecho de no haber vestido nunca esa camiseta blanca que parece que exime de todo pecado. Las mofas con Koke vienen de antiguo, pero el capitán del Atleti, que habla poco fuera del campo, ha demostrado sobre el césped que es un jugador con mayúsculas, y el que no quiera verlo o está ciego o no se lo quiere perder.
Lo cierto es que muchos de estos que se llenan la boca con el españolismo, estarán deseando que su selección termine siendo eliminada para poder recriminarle al seleccionador que no haya convocado a ningún jugador de su equipo e, incluso, lo que es peor, desearán que Francia, Croacia o Alemania nos eliminen porque siempre pondrán a sus futbolistas por encima de su país, porque ellos no conciben ganar si no es con los suyos, porque ellos no conciben la derrota aún sin jugar con los suyos.
Así que nos queda un panorama muy divertido con un seleccionador en el disparadero, odiado por la central lechera desde hace tiempo y con un equipo tocado sin gol y sin la dosis justa de ambición como para creerse capaces de ganar este campeonato. Y yo, que suelo remar contra corriente en lo que a los análisis y sentencias de la opinión pública se refiere, me pongo del lado de Luis Enrique porque, como dicen el dicho, algo tendrá el agua cuando la bendicen. Algo tendrá para que los dueños del circo le maldigan.
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