martes, 22 de diciembre de 2020

Es lo que hay

No hay expresión más castiza en nuestro rico lenguaje castellano que aquella que se utiliza para decir

que no hay más de lo que se puede sacar y que ante una solución sólo tenemos más problemas que aportar porque los recursos escasean y las oportunidades no existen; "Es lo que hay, decimos". No hay más, no me crucifiques por ello porque bastante hago con lo que tengo.

Durante años nos hemos acostumbrado a identificar al Barça como un monumento al fútbol. Un equipo que partía de una premisa en torno al balón y cuyo objetivo, casi de manera obsesiva, era la de controlar el juego para, finalmente, poder asaltar el marcador. De esta manera ganaron y ganaron mucho. Durante los quince años que Messi gobernó la liga, el Barça ganó diez veces el campeonato amén de seis veces la Copa del Rey y otras cuatro veces la Copa de Europa. Con sus más y sus menos, el Barça casi siempre terminaba jugando bien y, casi siempre, terminaba levantando alguna copa. Una mala costumbre para una afición que había vivido el desierto de arena y que ahora encontraba acomodo en las dependencias de palacio.

El Barça que se vio ante el Valencia, o el que se vio ante la Juve, o en Cádiz, o en el Metropolitano, es un Barça que quiere pero que no puede. No puede porque no tiene colmillo, porque es inestable en el medio, porque es bisoño en defensa, porque le sobran kilómetros en las piernas, porque no encuentra la profundidad en los costados. El Barça no puede porque "Es lo que hay". Tiene lo que tiene y no puede dar más de sí porque más allá de la intencionalidad, los equipos de fútbol viven, en exclusiva, de su calidad. El esfuerzo te puede aportar cierto sostenimiento, pero solamente el talento te mantiene en lo más alto y si este Barça no vuela, más por incapacidad competitiva es por defecto de aptitud.

Acuciado por su pasado y empujado por la obligación que le impuso el estilo, el Barça afronta los partidos desde el intento de poseer la pelota y dirigir el juego, pero se encuentra incapaz ante equipos que le disputan la pelota y se siente impotente ante equipos que le niegan el espacio. Ante los primeros porque sus centrocampistas han perdido precisión y su físico ha perdido energía, ante los segundos porque sus delanteros han perdido movilidad y sus extremos han perdido poder incisivo. De esta manera nos encontramos ante un equipo plano que concede tres o cuatro ocasiones claras por partido y que, a pesar de generar media docena de buenas ocasiones por encuentro, en su ida y vuelta y su ruleta rusa particular, ha perdido la capacidad de sentenciar en las áreas porque juega sin red y sin goleador en punta. Porque, después de lustro y medio, se ha dado cuenta, por fin, de que no puede pasarse la vida dependiendo de los milagros de Lío Messi.

Una buena planificación no consiste en dejar que el tiempo dicte sentencia y mirar las flores cuando estas están en esplendor, porque para mantener el jardín no sólo hay que regar sino plantar flores nuevas, porque hasta la más bella se marchita y hasta la más fuerte termina cediendo a las inclemencias. Una buena planificación se basa en buscar, observar, encontrar, fortificar, insistir. Fichar un defensa de garantías cuando ves que a Piqué le alcanza la edad, pulir un mediocentro cuando observas que Busquets se va convirtiendo en un exfutbolista, invertir el dinero en jugadores realmente necesarios cuando empiezas a ser consciente de que Messi no va a ser eterno y, sobre todo, no vender a media cantera cuando miras hacia atrás y ves que tu banquillo es un erial a la hora de buscar un revulsivo para los partidos complicados.

Porque el Barça se ha convertido en una sombra de sí mismo, en un club caótico en lo deportivo con serias dudas de fortaleza en lo económico, un club que, en compás de espera, busca un nuevo presidente que sea capaz de enderezar la nave siempre y cuando sea capaz de sanear las cuentas y encontrar los inversores necesarios que le permitan afrontar nuevos fichajes con quienes retomar la nave de la ilusión. Porque cuando un barco se hunde no solamente necesita un parche, necesita, sobre todo, un buen capitán y este equipo de hoy sin dique de contención alguno, es incapaz de lograr que el agua perfore sus cubiertas. Es difícil sobrevivir al naufragio porque falta contundencia, falta físico y falta fútbol. Es difícil sobrevivir a esta entreguerra porque esto es lo que hay.

1 comentario:

Cristian Portu dijo...

¡Atención a esto! Enero es el "mes favorito" de Leo Messi en Barcelona.
Leo Messi suma 251 goles jugando como VISITANTE con la camiseta del Barcelona.

¡10 AÑOS DEL BALÓN DE ORO QUE MESSI LE GANÓ A INIESTA Y XAVI!
Leo Messi volvió a ser el factor diferencial del Barcelona, el hombre que desatasca cualquier partido con sus genialidades y, sobre todo, con sus goles. El Athletic le teme hasta en el sorteo de campos.