martes, 14 de julio de 2020

La élite del Atleti

Cuando el fuego viene desde fuera, cuando los cañones se disparan desde otra trinchera, cuando el fuego enemigo busca tu línea de flotación, cuando las críticas se centran en los medios antes que en el fin, es que algo estás haciendo bien. Cuando las barbas del vecino, remojadas y peladas, se ven estorbadas por un parásito incordiante es cuando salen a relucir la rabia y la inquina. Si has conseguido molestar a quien antes no se molestaba, es que algo has hecho bien.

Durante años, los atletistas tuvimos que ir mirando, con recelo, como equipos con menos historia pero mayor merecimiento iban disputando la Liga de Campeones mientras el Atleti había de conformarse con una Intertoto o alguna pachanga veraniega. Eran años en los que nadie protestaba, años en los que incluso se hablaba de simpatía y de falsa conmiseración. Nadie decía que el Atleti, que no jugaba a nada y no competía ni en los entrenamientos, era el anti fútbol, nadie nombraba el sueldo de sus entrenadores, ni la dureza de sus futbolistas, ni criticaban las victorias por la mínima porque, simplemente, el Atleti no molestaba.

Basta con mirar a esos aficionados del Arsenal, cansados de quedar entre los cuatro primeros con Wenger, año tras año, pero nunca campeonar, mirando a su equipo caer en la inmundicia, caerse del Big Six para convertirse en un equipo más de media tabla y empezando cada año la temporada con ciertas esperanzas para terminar la misma en el basurero de la mediocridad. Así que, si alguno tiene ganas de escuchar a la sirenas, de dejarse embaucar por su canto, de protestar contra la naturaleza de la realidad, no tiene más que visualizar un Atleti sin Simeone y mirar donde estábamos antes de su llegada.

Así pues, más nos vale disfrutar el presente y no tontear con un futuro incierto. A este equipo le han quitado a dos campeones del mundo, al defensa central de su mejor época y al futuro mediocentro de la selección española. Se ha tenido que reinventar con un lateral brasileño sin experiencia en Europa, con un mediocampista que terminó reconvertido en delantero, con un joven portugués que aún no entiende la exigencia de la alta competición y con un puñado de jugadores que están pendientes de aportar un mínimo de actitud. Sin mimbres y con trabajo, Simeone ha vuelto a reinventarse para darle una patada en el culo a los agoreros. Nadie vende a sus mejores activos y sigue en la élite, porque la élite, en el Atleti no son sus futbolistas sino su entrenador.

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