viernes, 18 de enero de 2019

El fracaso

Hay palabras que, de tanto trillo, terminan consolidándose como figuraciones pomposas en el salón de las trivialidades; porque no sabemos sacar lustre del concepto y porque, generalmente, terminamos recurriendo a ellas con celeridad para intentar explicarle al mundo nuestras razones particulares. Existen sinónimos, o parentescos vocales, que, con menor impacto, son capaces de analizar una situación con más precisión, pero como necesitamos del drama y el tremendismo, acudimos a la barbaridad para llamar la atención. Porque, como mandan los cánones de la insensatez, no deben dejar, nunca, que una verdad les estropee un bonito titular.

El Atleti completó, ante el Girona, uno de los mejores partidos en lo que va de curso. Fue intenso en el medio, incipiente en tres cuartos y poderoso en el área; metió el balón cinco veces en la portería aunque sólo le diesen por válidos tres goles. Tuvo errores, claro está, de no haber sido así, no se hubiese eliminado, pero, más allá de las imperfecciones, quedó la sensación de que habían sido mejores y que, en esa línea, es más fácil consechar éxitos que decepciones.

El equipo está invicto en liga, siendo, un año más, el único que aguanta el tirón del Barcelona de Messi, está clasificado para los octavos de final de la Champions y sólo ha perdido dos partidos de los treinta que ha disputado. Ha visitado, en liga, estadios tan difíciles como Chamartín, Mestalla o Sánchez Pizjuán y mantiene intacta la esperanza de luchar hasta el final por sus objetivos. Y algunos, con más premura que paciencia se están atreviendo a hablar de fracaso.

No han tenido la paciencia de esperar al final de la temporada. El equipo puede caer, está claro, la competencia es dura y el Atleti, aunque tiene buenos mimbres, tiene una plantilla corta y está siendo atacado por una plaga de lesiones que le está mermando. Pero los que haya seguido su trayectoria durante los últimos siete años, saben de sobra que nunca ha dejado de competir, que siempre ha llegado a mayo con alguna expectativa viva y que, generalmente, nunca se ha caído en enero del caballo de sus propuestas.

Caer contra el Girona es duro. Un revés imprevisto que, emocionalmente, puede influir en el corto plazo, pero existen palabras más concordantes como decepción o desilusión que pueden amortiguar el concepto. Porque hablar de fracaso en una eliminatoria donde has sido superior es negar el análisis y buscar el titular. Y aunque todo vale para conseguir pinchazos, está claro que la gente sensata, que, aunque guardemos respetuoso silencio, formamos un amplio grupo, demandamos opinión sensata e información certera. Creo que no cuesta tanto. Aunque no deje de ser una sorpresa que un equipo chico elimine a uno grande. En la sorpresa reside la grandeza del fútbol; pero hay muchas maneras de contarlas: desde la épica, desde la minuciosidad o desde el tremendismo. Imaginen cual es la que más vende.

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