miércoles, 15 de octubre de 2008

Tras la estela y el recuerdo de las gabarras

Cuentan los viejos lugareños que por aquí, por Madrid, aún resuenan los ecos de las gargantas bilbaínas en primavera, aún se distinguen los colores rojo y blanco de las banderas ondeando al viento y aún pueden verse las txapelas viajando en fila camino de Chamartín. Durante muchos años la final de Copa se jugó en Madrid y uno de los dos equipos aspirantes al triunfo era, casi siempre, el Athletic de Bilbao.

Mis recuerdos se remontan a un Athletic igual de grande. De la misma manera que los logros van pasando al baúl de los recuerdos, la capacidad de regeneración de un equipo puede llegar a autodestruirse al mismo ritmo que sus discapacidades emocionales van influyendo en su proyección. El Athletic, como buen vecino y solidario ejemplo de malas influencias, comenzó a caer en el mismo grave error de la Real Sociedad el día que comenzó a creer que fuera de Lezama también podía sobrevivir la clave del éxito. Nunca entendí el empeño de los involucionarios por cambiar la fórmula de todo aquello que funciona. Si algo va bien, lo lógico es seguir el mismo camino para que vaya bien.

Del primer Athletic que recuerdo aún llegan a mi memoria pinceladas de Sarabia, centros medidos de Argote e imponentes arrebatos de Goicoetxea. De este Athletic de hoy queda la discutida (que no discutible) capacidad de Yeste, las verticales ideas de Iraola, los testarazos imposibles de Llorente y el oficio guerrero de Gurpegui. Vivir en casa significa sentir ser de casa con la cadena de sentimientos que conlleva ser hijo de Lezama. Si Yeste no puede ser Urtubi es porque no encuentra un Argote a quien profundizar el balón un poquito más a la izquierda, si Iraola no puede ser Urquiaga es porque no encuentra un De Andrés que sepa cubrirle la espalda y abrirle el frente, si Llorente no puede ser Dani es porque no encuentra un Sarabia que sepa devolverle una pared y ofrecerle la soledad impenitente del punto de penalti, si Gurpegui no puede ser Goicoetxea es porque no encuentra un Liceranzu en quien confiar sus salidas de pelota y llegadas al campo rival. Y está claro que ninguno de ellos es Urtubi, ni Urquiaga, ni Dani, ni Goicoetxea, pero en la incapacidad de comparación debe permanecer un suspiro de alivio por lo que resulta imposible y es que, tras ellos, hubo un Guerrero, un Larrazábal, un Urrutia o un Alkorta y que con ellos se alcanzó la Champions.

Cuando leo al gran Piterino referirse al Athletic del presente con connotaciones sentimentales del pasado entiendo en sus palabras no un ejercicio de nostalgia sino una necesidad de mirar hacia adelante recogiendo los frutos que se sembraron atrás. Nunca fue fácil la derrota, mucho menos para aquel que durante mucho tiempo se acostumbró a ganar. Saber caer de la cresta de la ola es tan importante como saber volver a levantarse y lanzarse al agua, al viento y a las circunstancias. El camino, aunque duro y largo, es el correcto cuando se observa el beneplácito de quien bien te quiere; Caparrós ha tomado el toro por los cuernos y ha decidido apostar por aquello que durante tantos años estuvo escondido tras los trastos inútiles del armario. Jóvenes leones vuelven a asomar sus colmillos por San Mamés y, aún en la derrota, muchos saben que remontar es cuestión de seguir apostando por lo clásico, de conocer el eco de la tradición y de saber que el escudo del Athletic no puede vestirlo cualquiera.

6 comentarios:

Christian dijo...

alguién le ve futuro a este Athletic?? y ojo, digo este. yo particularmente, no. Una historia muy bonita y conmovedora, pero los días de vino y rosas en bilbao creo que se han finiqitado (igual que para los vecinos) las cantenas ya no son viveros de magia, calidad, orgullo y casta. Ahora solo tienen orgullo y casta. Que nunca está de más, pero solo no basta.

un abrazo

Anónimo dijo...

Recuerdo aquel Athletic de Clemente. Y jugaba al ataque, para nada era un equipo ofensivo. Creo que será casi imposible que el Athletic vuelva a ganar una Liga. Un abrazo

piterino dijo...

Un post precioso, me ha encantado Pablo. Gracias además por mencionarme.

Por desgracia, no pude vivir la época del último gran Athletic, el último triunfo del romanticismo. Y hace tiempo asumí que, como dice Fernando, seguramente el fútbol me va a privar de vivir algo así.

Esto ha evolucionado hacia un espectáculo de masas millonario, ya no es un juego en el que se miden los mejores de cada terruño identificados por colores e ideas.
Se vienen las luces globales, la previsible "NBA" europea, ... No hay espacio para alguien como nosotros.
Mientras podamos, resistiremos como reducto de lo que el fútbol fue una vez, con la esperanza de que nos brinde una despedida en forma de inolvidable reconocimiento.

Siento no poder ofrecer una opinión más positiva. Eso sí, nunca dejaremos de ser lo que somos. Aúpa Athletic!

P.d. qué grande eres, Pablo, un saludo!

Pablo Malagón dijo...

@ christian

Yo creo que es malo caer en el catastrofismo y que, quizá por ello, tanto a Athletic como a la Real les va como les va. Lo importante es conseguir que los chicos que hoy tienen doce o trece años, dentro de diez o doce sean capaces de liderar el Athletic, y para lograr eso es imprescindible que se empiece a generar confianza en la cantera desde ya, utilizando a chicos del filial por mucho que los de ahora no den la talla. Por eso digo que el camino es largo. Si en vez de utilizar a un chaval de la cantera se ficha a Roberto Ríos por 2.000 millones, Arteta seguirá prefiriendo ir al Barça antes que perder la ilusión por jugar algún día en el Athletic. No sé si me entiendes.

@ fernando

Mis recuerdos son algo mas translúcidos. Recuerdo que Dani y Sarabia las metían hasta con el culo y que Argote era un extremo fabuloso. Cuando eres pequeño, los equipos que ganan te generan una mística especial, por ello me duele ver donde están tanto Athletic como Real Sociedad.

@ piterino

Yo que soy un romántico, todo eso de la NBA del fútbol me suena a sentimientos corrompidos y ansia de poder. Cuando el fútbol deje de ser de los futbolistas se acabará el negocio. Y ahí ha estado siempre el secreto del Athletic, que era un equipo de futbolistas criados en casa y comprometidos con el escudo. Que así siga siendo y si tiene que morir que lo haga con las botas puestas.

Anónimo dijo...

El artículo de Pablo me ha emocionado. Yo no recuerdo tan atrás, la edad me lo impide; mi memoria sólo viaja hasta Goicoetxea, Larrainzar, Guerrero, etc. una época en la que todavía el fútbol era algo más romántico.
Estoy con Piterino, el fútbol se equivocó de rumbo, se universalizó de la más cruel de las maneras: convirtiéndose en negocio, en parte de una empresa global, donde pocos son los que tienen el poder.
Los partidos no me transmiten lo mismo que hace algunos años. Aun así, el fútbol tiene algo superior a los tiempos.
Es innegable el mérito (los méritos) del Athletic (el Bilbao como dice mi padre; él sí que recuerda a Zarra, Carmelo y Artexe). Por ello le deseo la mejor de las suertes para que pueda seguir siempre entre los de su categoría, los grandes de la liga española.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Bueno lo prometido es deuda y por aquí ando y te reconozco que la visita ha sido muy agradable, has escrito un post desde el sentimiento y a mí eso personalmente me gusta mucho y claro es que no podía ser de otra manera ya que si un club de fútbol despierta sentimientos, raíces etc... este es el Athletic.

Estoy de acuerdo contigo en que el Athlétic por difícil que parezca debe luchar poniendo encima de la mesa sus cartas, las únicas que le han servido siempre, es decir su cantera y sus principios.

Y yo a diferencia de Piterino, sí creo que el Athletic puede volver a vivir grandes épocas y es que auqnue los millones manden, siempre tenemos que dejar espacio para la esperanza. El fútbol como la vida es cíclico y nunca se sabe si se pueden repetir episodios pasados....

Saludos