miércoles, 20 de abril de 2011

El mejor partido del mundo

Somos muchos, yo por delante del resto, los que nos quejamos amargamente del sentido bipolar que ha tomado nuestra liga. Hasta hace unos años, si bien eran los mismos los que terminaban repartiéndose los títulos, siempre había algún equipo con ganas de incordiar que animaba el cotarro hasta el último minuto. Desde el noventa y seis hasta el dos mil cuatro, Atlético, Depor y Valencia ganaron ligas intercaladas y hace menos de un lustro fue el Sevilla quien se atrevió a disputársela a los grandes hasta la última jornada. Eran años de campeones con setenta u ochenta puntos, de visitas incómodas a Mestalla, de derrotas cantadas en Riazor, de escarmientos instructivos en Balaídos o en San Mamés. Tiempos en los que un Madrid - Barça seguía siendo el mejor partido de la liga pero no el partido definitivo.

Otros, más orgullosos del brillo de la fachada que del polvo del desván, presumen del lujo que supone para nuestro campeonato el contar con tipos como Messi y Ronaldo, como Casillas y Valdés, como Alves y Marcelo, como Iniesta y Xabi Alonso. Para estos, el deslucimiento de la liga es el precio que hay que pagar para poder disfrutar de los dos mejores equipos del mundo. En este punto de razonamiento, podemos dar la razón a quien presume por más que nos pese a quienes añoramos, y es que el de esta noche será, una vez más, el mejor partido del mundo.

El Madrid puede ganar al Barça, claro que puede hacerlo. Cuenta con la mejor plantilla del planeta, con un equipo compensado que comienza en el mejor portero del mundo y termina en una bomba de racimo llamada Cristiano Ronaldo que es capaz de arrasar un área plagada de defensas. Entre medias, los blancos pueden presumir de contar con dos campeones del mundo y con jóvenes hambrientos de fútbol y con pies de seda dispuestos a asaltar el trono de los mejores futbolistas del circo futbolístico. Marcelo es un tipo listo que ha explorado sus límites y ha escondidos sus defectos para hacerse importante en la banda izquierda, Di María es un rayo vertical que incide en diagonal cada vez que el Madrid ejecuta un contraataque y Ozil es un pequeño genio que juega a dos toques y filtra el balón con la precisión de un cirujano. Si ellos abundan en ataque, si Cristiano encuentra el ángel y si Xabi y Pepe saben conjugar el robo y la distribución ¿Cómo no va a poder ganar el Madrid? El qué es importante, pero quizá no tanto como el cómo. Para un club que abre la puerta de su sala de trofeos y se le desparraman las copas, el ganar de cualquier manera no debería ser tomado en cuenta como seña de identidad de cara a compromisos futuros porque sería dar la espalda a la memoria, engordar el palmarés, morir de gula y disfrutar el pan de hoy para volver a pasar hambre el día de mañana. A cada madridista que pregunto por el mejor equipo que han visto, todos se remontan a ciento siete goles, un fútbol de escándalo, remontadas previas y gloria de un lustro inolvidable; La Quinta del Buitre. Aquel equipo murió en Europa, durante cinco años consecutivos, siendo valiente, y sin embargo nadie ha podido olvidarlo. Por algo será.

El Barça también puede ganar al Madrid, claroo que puede hacerlo. Los carteles de favorito no se regalan, se ganan. Y el Barça ha ganado sus últimas batallas con un fútbol primoroso, convirtiendo cada jugada en arte y cada gol en el momento más plausible de cada partido. En su debe quizá sobrevuelen las dudas de un Pinto que aún no ha atacado una empresa como esta y las de una defensa desquebrajada por la falta de su capitán. En el haber permanecen tantas cosas que sería casi imposible enumerarlas completamente; rigor táctico, talento descomunal, presión asfixiante, un baile en cada jugada de ataque y, por encima del resto, Lío Messi, un semidiós vestido de corto que juega al fútbol en la completa extensión de su palabra; visita el centro del campo, recibe, arranca, dribla, combina, abre el juego, pisa el área, vuelve a recibir y marca. Y todo lo hace tan fácil que parece un niño ideando jugadas con sus juguetes de plástico. Y todo lo hace tan rápido que parece una pulga recorriendo el lomo de un perro desde el hocico hasta el rabo. Por detrás están Xavi e Iniesta, dos prestidigitadores del balón capaces de regalar un pase de gol en las circunstancias más imposibles, y Piqué, y Villa, y Busquets, y Pedro. Seguridad, gol, solvencia, descaro. Todos campeones del mundo, todos los mejores en su puesto ¿Cómo no va a poder ganar el Barça? Su ciclo irrepetible, sus bellos triunfos y sus jugadas plásticas están en la memoria de todo buen aficionado. Desde hace veinte años el equipo buscó una seña de identidad y la encontró en una forma de jugar heredada del gran Ajax de los años setenta. Allí estaba el gran Cruyff, el maestro inciador de todo, el que se enfrentó a los escépticos y fulminó las dudas. El Barça ha evolucionado; al juego abierto y pausado ha añadido más agresividad, más velocidad y es más letal que nunca. La mayoría dice que es el mejor equipo que han visto nunca. Por algo será.

Fue hace veintiún años cuando cambió una tendencia. Por aquel entonces el Madrid era la referencia, un equipo exquisito con un once plagado de canteranos, más el genial Gordillo y dos extranjeros que eran la creme de la creme de la liga. El Barça, en cambio, era un equipo a la deriva que cambiaba de entrenador cada temporada, que no confiaba en la cantera y que en cada declaración dejaba una pataleta que hacía público su sentimiento de inferioridad. Jugaron en Valencia una final de Copa, Cruyff lloró en la previa y la prensa dibujó un doblete para el Madrid. Hubo fútbol, hubo emoción y hubo sorpresa.

Desde entonces muchas cosas han cambiado. Ahora el Barça es la referencia, un equipo exquisito plagado de canteranos, más el letal Villa y un lateral derecho que se come la banda en cada partido. El Madrid, en cambio, se ha ido convirtiendo en un equipo al a deriva que cambia de entrenador cada temporada, que no confía en la cantera y que en cada declaración deja una pataleta que hace público su sentimiento de inferioridad. Hoy jugarán en Valencia una final de Copa, Mourinho ha llorado en la previa y la prensa dibuja un doblete para el Barcelona. Habrá fútbol y habrá emoción ¿Habrá sorpresa? Sólamente el Madrid puede cambiar la tendencia. Veintiún años después.

1 comentario:

Marco dijo...

Todo es opinable. Yo creo que el Barça salió a jugar un partido y el Madrid salió a jugar una final.

Abrazo Pablo.