jueves, 20 de septiembre de 2018

La realidad

La realidad es el crudo espejo en el que nos miramos cuando las cosas no salen como esperamos. La realidad es esa receta que nos aconseja reflexionar, ser conscientes de nuestras carencias y trabajar para mejorar. Porque no hay nada peor que esas palmadas en la espalda y ese elogio desmedido que nos aleja peligrosamente de la realidad.

El Manchester City fue un equipo coral que maravilló en la pasada Premier. Batió el récord de puntos, de goles y de victorias en la historia de la Premier, datos que hablan a las claras de la calidad del grupo y del hambre voraz que le impulsaba a comerse cada partido. Pero, más allá de los elogios, vive escondida una realidad que pone las cosas en consecuencia, esa maldita verdad que nos acucia a todos y termina por ponernos los pies en el suelo.

La Champions moderna es larga, el formato da opicones de redención y el City es un equipo con recursos sobrados para revertir la situación, pero no es menos cierto que este equipo que cuenta con un ramillete de brillantes talentos en la zona de definición, carece de verdaderos líderes en la zona de contención. Stones y Laporte seguirán siendo, durante años, dos tipos con un pie de seda y un salto portentoso, pero, características mediante, no dejarán de ser dos tipos lentos y poco agresivos en cuya espalda vivirá el infierno de un equipo que está fabricado para aspirar a todo.

Todo equipo se culmina en su zona de definición, todo equipo ha de contar con un armador personificado, un filtrador audaz y un estilete avasallador. Pero todo gran equipo ha de forjarse desde el cimentado. El City tiene buenos centrocampistas y buenos delanteros, pero por más que intente asaltar sus propios sueños, la realidad dice que sigue sin tener buenos defensas.

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