lunes, 22 de agosto de 2022

Posicionamiento

Para medir el daño, en términos cuantitativos, basta con mirar atrás y observar los números, para hacerlo cualitativamente sólo falta recordar y alcanzar ese detalle que te torció el gesto, esa patada que terminó con un partido o ese cabezazo, siempre en el límite, que levantó a un equipo.

Carlos Casemiro ha sido el mediocentro más decisivo en la historia del Madrid y lo digo sin medios términos. No ha tenido el pie de Xabi Alonso ni la conducción de Fernando Redondo, pero aunque no lo parezca, ha tenido el doble de jerarquía que ellos sin necesidad de levantar la voz ni inventar una floritura. Su posicionamiento, siempre en el lugar ideal, hizo de él una roca casi inexpugnable que, cuando contenía sabía meterse entre los centrales y, cuando contragolpeaba, sabía siempre ocupar el lugar donde el espacio vacío requería una pieza.

Si alguien aspira a destacar en el escalafón histórico por sus méritos ofensivos, pocos futbolistas han despertado la moral del Madrid como lo hizo Casemiro con algunos de sus goles. Aún recuerdo uno en Las Palmas, con el equipo agonizando y en caída libre que no sólo supuso una victoria balsámica sino el inicio de una racha de resultados y confianza que terminó con la undécima copa de Europa en las vitrinas del equipo. O aquellos dos goles en Moenchengladbach, cuando el equipo estaba fuera de todo, que reactivaron a una platilla herida y les impulsó hacia un lugar más allá del abismo. Paso a paso, creencia a creencia, Casemiro hizo creer a sus compañeros que a su espalda no existía un paraíso y que la alegría de Kroos y Modric dependían, en gran parte, de su abnegado y silencioso trabajo.

Se marcha un tipo que, aunque los voceros del régimen crean que tiene sustituto inmediato, será difícil de suplir en cuando a jerarquía en el juego, porque Tchouameni puede tener el físico de un atleta y la fuerza de un luchador, pero para llegar a ser tácticamente la mitad de Casemiro no sólo necesitará tiempo sino también saber ganarle a la nostalgia, pero el fútbol no es una cuestión de arrastrar rivales sino de conseguir que estos lleguen siempre medio segundo más tarde al balón de lo que pretendían.

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