El virguero es un futbolista en extinción, es un tipo mal mirado por atrevido y por iconoclasta, es un hombre pegado a una pelota de cuero, es un jugador de póker que siempre va de farol y en su mirada vive el secreto de los dibujos animados con los que creció de niño. El virguero es un espíritu libre y un comandante de su propia vida, se acuesta en la cal, donde menos molesta, y tira diagonales con driblings y pases imposibles, con regates y caños, con disparos al ángulo y con centros de gol que suenan a música clásica.
La virguería va asociada al aplauso, a una canción eterna en la grada, al eco del recuerdo, a la posibilidad eterna, a la expectativa continua y a la esperanza vital. Y el virguero, el ultimo virguero, se llama Khvicha Kvaratskhelia, juega en el Nápoles y me tiene totalmente embelesado.
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