jueves, 5 de marzo de 2020

Las vidas del gato

Hay una especie de gen que sobrevive en aquellos tipos que se resisten a morir, aquellos que miran siempre hacia adelante sabiendo que el fin es solo el principio de algo nuevo y que, mientras puedas saltar de la ventana y seguir cayendo de pie, tendrán intactas sus siete vidas para gastar porque por ellos no pasan los años sino los elogios.

Los años, inescrutables como un depredador hambriento, van moliendo las capacidades físicas de la persona pero, a cambio, aportan algo intangible tan impagable como el buen placer; la sabiduría. Es por ello que tipos que conocen el juego desde el primer momento, saben administrar su físico para transformarse de explosivos a organizadores cuando la edad alcanza la treintena y los agoreros apuntan con el dedo. Por ello, no se trata sólo de saber correr, se trata, sobre todo de saber jugar.

Se reconoce en este Joaquín el entusiasmo del primer niño que vimos corriendo la banda derecha del Benito Villamarín. Cuando el speaker, alborozo mediante, declinaba aquello de "la finta y el sprint" todos podían previsualizar esa jugada tan característica suya en el que tan sólo dos toques le servían para dar una asistencia de gol. Uno le servía para dejar atrás al rival, el otro, con el espacio ganado, le servía para poner el balón en el área. Era lo más parecido a Garrincha que habíamos encontrado en nuestro fútbol.

Joaquín sigue manteniendo la finta y, en cierta medida, sigue manteniendo el sprint, pero hace tiempo que abandonó la soledad de la línea de cal porque se sentía más seguro apoyando que corriendo. El juego de espacios precisa de cierta condición física y de una paciencia infinita para encontrar el desmarque. Los años pausaron al futbolista pero enriquecieron al jugador. Hoy Joaquín no gana la línea de fondo con tanta asiduidad pero ha aprendido a pisar el área para encontrar la portería y, sobre todo, ha aprendido a gobernar la zona de tres cuartos para encontrar la jugada. Porque en la jugada reside el misterio del fútbol antes del gol; el pase, el espacio, la visión, el disparo. Cada fase tiene su escala y en cada peldaño hay un futbolista que ha aprendido que su rol no es más que un eslabón más en el camino hacia la victoria.

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