martes, 19 de marzo de 2019

El Barça de Lío Messi

La memoria es el mejor juez para analizar el éxito. La memoria colectiva es, además, el lugar común donde situar los signos de admiración, porque nadie como los genios son capaces de aglutinar tanta unanimidad como para provocar una catársis en la nostalgia. Cuando los grandes artistas se marchan dejan un vacío en el presente y un hueco plagado de admiraciones en el rincón de las evocaciones. No habrá nadie que tape el hueco que nos está dejando Lío Messi porque no ha habido nadie capaz de conjeturar los partidos como lo hace el pequeño genio de Rosario.

Messi es al fútbol lo que Einstein a la física; el tipo más improbable, llegado desde el lugar más improbable y capaz de hacernos replantear todos los preceptos establecidos. El tipo que gobierna en silencio los partidos y parte en dos a los equipos rivales; porque camina por el medio campo para combinar y, cuando acelera, convierte la jugada en un frenesí; si consigue arrancar quedan pocas soluciones que no se centren en el error propio o en la desaceleración por causas ajenas.

Si la pelota está parada a unos cinco metros de la frontal del área, generalmente es gol. Si la pelota está en movimiento y recibe desde la izquierda, generalmente es gol. Si recibe en condiciones de encarar al portero, generalmente es gol. Si gana la diagonal de derecha a izquierda y encuentra el disparo en la frontal, generalmente es gol. Pero a su habitual nómina de goles añade otros recursos técnicos tan asombrosos que terminamos por normalizar su juego. Una barbaridad más, decimos, y nos quedamos tan tranquilos.

Messi es tan grande que ha trascendido a los tiempos. Hasta él, los mediapuntas eran tipos pausados que conducían con mimo e inventaban con el corazón. La capacidad asociativa, unida a la goleadora, ha generado un futbolista tan grande que no tardarán en pasar los años y buscar la eterna comparativa a cualquier futbolista que crezca desde las inferiores. Durante años nos pasamos el tiempo buscando al nuevo Maradona. Cuando lo tuvimos, supimos todos que, cuando un alumno supera o, al menos, iguala al maestro, consigue un etiquetado de denominación de origen.

Messi es quien es gracias a su talento y a su constancia. Se ha ganado la etiqueta de mejor jugador del mundo porque ha sabido entender el fútbol desde la cabeza y jugarlo desde el corazón. No se entiende una carrera tan larga y tan excelente si no existe pasión por el juego. Su fútbol ha traspasado el tiempo hasta convertirse en el referente histórico de un equipo que nació como un ciclón y morirá con el sello inmortal del tipo que les subió a lo más alto. El Barça de Guardiola, el de Xavi, el de Iniesta, el de los tripletes, será, para siempre, el Barça de Lío Messi.

No hay comentarios: