lunes, 17 de septiembre de 2018

Hacia delante

El difícil ejercicio de la búsqueda de la identidad conlleva un duro trabajo y precisa de un camino escarpado. Es por ello que se necesita paciencia y, sobre todo, conocimiento de los recursos porque, más allá de los objetivos, existe un motivo común por el que pelearlos, y no es otro que la obligación moral que otorga a los grandes el tener que luchar por todo. Cualquier tropiezo es un drama, cualquier duda es un conato de crisis.

El Barcelona, que ha ganado sus cuatro partidos de liga, ha demostrado, en sus dos salidas, muchas más dudas que certezas. Se trata de un equipo sujeto a un estilo y plegado a un sistema de juego. El cuatro, tres, tres se convirtió en evangelio mientras hubo tipos dispuestos a sublimar el fútbol. Sin embargo, cuando los genios se marchan y aparecen los mortales, el sistema se convierte en laxo y el entrenador se ve obligado a recurrir a distitntas variables. Ninguna de ellas, por más que se siga ganando, sustiturá en fútbol el legado inmortal de Andrés Iniesta.

El Barça parece haber arreglado el problema defensivo que le acució con el adiós de Puyol. Umtiti y Piqué se ha consolidado como una pareja destacable. Arriba, mientras Messi siga disponiendo, el equipo seguirá generando situaciones de gol porque contar con el mejor del mundo otorga una ventaja cuantitativa. Eso sí, la solución en el centro se ha convertido en el auténtico quebradero de cabeza de Valverde.

Sin la jerarquía de Iniesta y el sorprendente rendimiento físico de Paulinho, Valverde cuenta con diversas opciones para equilibrar su centro del campo. Hasta ahora, ninguna está evitando que el equipo se parta en dos cada vez que le aprietan en la salida. Busquets, como eje, es un gran hilo conductor y un tipo fiable para la presión alta. Rakitic, por su parte, se ha adaptado al estilo como un guante en un tirador de esgrima, pero la inacción de sus compañeros de línea, le está obligando a multiplicarse sabiendo, como todos, que quien mucho abarca poco aprieta.

La solución Coutinho es la más vistosa porque el brasileño fabrica sociedades de encanto con la línea de arriba. La solución Rafinha, igual que la de Sergi Roberto, se demuestra eficaz en la transición, pero muy liviana en el aspecto defensivo. Vidal, por su parte, sigue en proceso de adaptación y Valverde parece querer apostar por el pie antes que por el físico.

Mientras las victorias sigan llegando, no llegarán los problemas, porque ganar es un bálsamo placentero. Pero, más allá del resultado, queda la sensación de que este equipo, talento descomunal aparte, es fácilmente abordable en las transiciones rápidas. Para evitarlas necesita la pelota y para tener mucho la pelota necesita a un tipo como Iniesta. Como los genios nacen por generación espontánea, no resultará extraño ver como Valverde, ante las citas serias, opte por la opción más soluble. Prescindir de un delantero y apostar por una línea de cuatro centrocampistas. Eso quitará velocidad pero otorgará control. Y el Barça es un equipo que necesita la pelota para identificarse. Correr siempre hacia adelante mientras evitas, en la mayoría de lo posible, el tener que correr hacia detrás.

No hay comentarios: