martes, 24 de abril de 2007

Tropezar con la piedra del enemigo


A veces me pregunto hasta dónde es capaz de llegar la estupidez humana. La mayoría de las veces, en nuestro propio intento por demostrar nuestra vanidad, tropezamos de nuevo con la misma piedra que en su día nos hizo caer de bruces. Eso no es todo. Nuestra estupidez puede viajar mucho más allá: justo hacia el mismo punto de partida en el que se truncaron los planes de nuestro enemigo. Como si de una manifestación de inmunidad se tratase, nos revolcamos en el mismo error alimentando con nuestra fanfarronería los peores presagios. Cuando todos saben que nos vamos a caer, nosotros seguimos inflando nuestras perversiones.

Mientras Florentino Pérez sacaba brillo a cada uno de sus sueños con un paño de seda, su equipo se iba pudriendo lentamente en su propio ego. Mientras la pelota fue caminando por el sendero del gol todos los gestos se curvaron hacia arriba y las críticas se quedaron guardadas en el cajón de los futuros reproches. Demasiado bonito para ser verdad. El Madrid se creyó su propio cuento de la lechera y, mientras el cántaro iba resbalando de su cabeza, no cayó en la cuenta de que el dinero nunca podrá ganarle la partida al balón y que en el césped, vale más una cabeza intuitiva que una camiseta vendida. Cuando el mes de marzo apareció en el calendario y las cuentas empezaban a escribirse con títulos conseguidos, el cierzo zaragozano les tiró al suelo acompañado por un pelotazo de Galletti que rompió en pedazo cada uno de sus cheques.

Como el boxeador de élite que mantiene su caché intacto a pesar de su primer K.O. en contra, el Madrid seguía contando sus partidos en billetes de cien dólares, hasta que llegó el momento de rendir cuentas ante su propio proyecto. En cada nueva bofetada aparecía un nuevo reproche. Cuando el equipo perdió en Mónaco, la culpa fue de la mala preparación. Cuando el Barcelona le adelantó por la derecha con el descaro de los ambiciosos, la culpa fue del consentimiento infantil hacia cada uno de los galácticos. Y cuando la temporada se cerró con un record negativo que lo ponía de cara a la pared, la culpa fue de aquella pretemporada que nueve meses antes les había llevado a hacer turismo por Oriente.

Desde entonces el Madrid no ha vuelto a ser el mismo y ahora ni siquiera le queda el consuelo de un Bernabéu inexpugable como única redención a sus pecados mortales. Desde la incomodidad que aporta el segundo plano, tuvo que morderse las uñas para apaciguar su rabia mientras observaba lacónico como el Barça se lo llevaba todo por delante.

Por eso, ahora que vamos viendo como el campeón se hunde en sus miserias y el Madrid intenta desperezarse a pasitos cortos, nos preguntamos qué carajo pinta el Barça en Egipto a cinco días de jugarse el cuello y el liderato ante el Levante ¿De verdad merece la pena renunciar a un sueño por un puñado de dólares?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas,

El blog de Javi me ha traído hasta aquí.

Me gustaria decirte dos cosas:
La primera desearte que disfrutes con tu blog y la segunda es referente a la pregunta que haces en tu post sobre el Barça y su pachanga de ayer.... A mi me parece un desastre, lo único que yo creo que cuando Laporta firmó esto, jamás imaginó que la Liga iba a estar tan igualada... digo yo, porque sinó no tiene ninguna lógica... en fin, sin comentarios.

Más vale que se encomienden a la Moreneta porque como tropiecen este finde... apaga y vámonos arde Troya, te lo digo yo.

Un beso y lo dicho mucha suerte y que disfrutes.