martes, 1 de marzo de 2022

Ritmo de juego

Las comparaciones suelen ser odiosas porque se aplican desde un plano ventajista y desde una óptima de favoritismo, es por eso que solemos dejarnos guiar por los prejuicios y levantar la mano antes que la voz para dejar claro que nuestra opinión no puede ser rebatida y que si algo no es como a nosotros nos parece no puede contar con la calidad de favorable.

Que en la Liga se juega a un ritmo inferior al de la Premier League es algo tan cierto como analizable. Antes de disparar contra la coraza de la Liga y tirarla por tierra sólo por ser Liga y por ser española, habrá que visitar los lugares comunes en los que el campeonato no sólo cojea sino que enferma hasta el punto de situarse en la cola de la competitividad. Y es que resulta harto difícil crecer como grupo cuando existen cabecillas en estatus superior. La Liga, como campeonato, es rico en matices y variado en opciones, pero es el coto privado de dos equipos que no dan de comer al resto y les miran por encima del hombro mientras les dejan morirse de sed.

La equidistancia de la Premier, donde todos cobran en base a sus méritos, no existe en una Liga donde lo que no sea para los dos grandes son sólo migajas para los dos pequeños. De esta manera hemos visto como equipos de media tabla hacia abajo de la Premier, han sido capaces de llevarse futbolistas de nuestra liga que, en condiciones normales, no sólo hubiesen enriquecido el campeonato sino que lo hubiesen elevado hasta la categoría de sublime. Jugadores como Rodrigo, Fornals, Thomas, Reguilón o Cucurella, se marcharon a Inglaterra para luchar por objetivos menores a los que hubiesen aspirado en España si el campeonato hubiese sido económicamente saludable.

Dime lo que tienes y te diré a lo que puedes jugar. En este extremo, además, también entra la mentalidad, mucho más conservadora tradicionalmente en España y mucho más física cuanto más al norte del continente quieras viajar. La preparación física, la táctica y el desarrollo del juego es mucho más concienzudo aquí y mucho más salvaje allí. Hay partidos en la Premier que, tras mirarlos, termina cansado hasta el espectador y eso es un lujo para los sentidos. Aquí se vive más del detalle, del error ajeno y, sobre todo, del agotamiento. Es por ello que muchos partidos se deciden en los últimos minutos, de igual manera que hay otros en los que la última media hora es un canto a la desesperación. Paladas de cal y paladas de arena para una liga que, mientras ven como el resto evolucionan hacia la velocidad sideral, sigue enclaustrada en su motor diésel y su índice de arrebatos.

Y luego hay un último factor que, no por menos comentado, deja de ser importante, y es el de la labor arbitral. En una liga donde el árbitros es excesivamente intervencionista, donde se utiliza el VAR de manera torticera y en la que cualquier contacto es falta y cualquier falta es tarjeta, resulta harto difícil encontrar una continuidad al juego tal y como demanda el espectador. No es sólo la liga en la que se juega más lenta sino que es la liga en la que menos tiempo de juego efectivo se juega y una cosa es causa de otra, no siendo ninguna circunstancial en esencia sino en connivencia. Mientras todos; equipos, jugadores, entrenadores y árbitros no cambien la mentalidad, nuestra liga será un campeonato entretenido pero obsoleto, lo que le irá quitando valor, afición y, sobre todo, calidad global.

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