lunes, 3 de diciembre de 2018

La matrícula

Todos crecemos desde el talento, perfeccionamos unos mecanismos y nos hacemos importantes, sea donde sea el lugar en el que destaquemos, desde la confianza y la perseverancia. Saber aprovechar los recursos es la función básica de quien sabe destacar y saber contagiar el éxito es tarea crucial de aquel que aspira a situarse en el escalafón de la mitología. El problema surge cuando cosiguen leerte la matrícula.

Desde que empezó la liga, el Atlético ha perdido en Vigo y ha empatado en el Bernabéu además de en Villarreal, Leganés y Girona. En todos los partidos, excepto en el derbi, encajó goles y todos los goles vinieron precedidos por un fallo defensivo. El equipo que, durante un lustro se había afianzado como un seguro de vida en defensa, de repente concede goles evitables y, sobre todo, da la sensación de no saber gobernar los partidos.

No es que antes gobernanse el juego desde la posesión, generalmente nunca lo ha hecho, pero sí tenía siempre la sensación de tener controlado los encuentros, bien desde la reculación defensiva o bien desde el zarpazo ofensivo. No había equipo en el mundo que mejor aprovechase los errores que él. Y ahora es él quien concede, una y otra vez, errores al rival.

Es lo que ocurre cuando te cogen la matrícula. A los rivales les basta un poquito de orden, saber tapar la salida de los laterales y jugar en ataques directos para hacer sufrir al equipo. Ante las contraindicaciones, se recomiendan nuevas recetas. Simeone tiene las cartas en la mesa y a él le toca hacer la próxima cábala. Si no quiere ir dejándose la vida en cada salida debe combinar las piezas y saber que debe jugar a otra cosa, porque cuando consiguen leerte la matrícula ya todos esperan de ti lo de siempre.

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