miércoles, 30 de marzo de 2022

Fe

Cuando uno se tiene fe a sí mismo, todos los milagros son posibles. Hay quienes creen en seres etéreos, otros que abrazan una religión o quienes aseguran que hay fuerzas desconocidas que nos empujan hacia el destino. Pero quien realmente triunfa es aquel que cree en sus posibilidades por encima de las casualidades. Aplicando la máxima de El Cholo Simeone, si se trabaja y se cree se puede, lo que viene a decir que creer en ti, creer en tus compañeros y trabajar todos juntos, es una gran ayuda a la hora de conseguir un objetivo.

Durante los últimos años han pasado por el Villarreal una variedad infinita de futbolistas. Muchos de ellos llegaron para ocupar un puesto, el de extremo o interior, que hace años que no goza de trascendencia en el juego del equipo. Acostumbrado, en los últimos años, más al bloque medio y a la contra vertiginosa, el Villarreal, como tantos otros, ha olvidado algunos conceptos básicos del fútbol clásico. En este fútbol de hoy en el que los equipos acumulan centrocampistas y los delanteros viven de hacer diagonales, los jugadores de banda han quedado como un rara avis a los que recurrir en caso de desesperación.

Así, hemos visto pasar a proyectos frustrados como Ontiveros o Sansone, o realidades asombrosas como Chukweze o Yeremy Pino. Algunos fueron devorados por un club que exige en proporción a su historia más reciente y a su propia autofijación de objetivos. Todo aquel que no creyese en sí mismo, sería engullido por el dragón y en las cenizas quedaría un vago recuerdo. Y así pasaría el siguiente. Triunfar es difícil. Hacerlo en la élite es doblemente complicado.

Comentó Émery, en su presentación, que todo equipo debe tener una personalidad propia. No hace falta haber nacido ayer para conocer que la del Villarreal es una historia corta, pero demasiado intensa, por ello, el equipo siempre ha necesitado jugadores sobrados de fe en sí mismos. Cuando el irundarra llegó al equipo puso a Alberto Moreno en el batallón de vanguardia por conocimiento de su juego y, sobre todo, porque sabía que era un tipo que, aunque sospechoso de no haber triunfado del todo en el Liverpool, nunca había abandonado la intensidad como prioridad futbolística. Para abrir una nueva época era completamente necesario contar con enfermeros que ayudasen a supurar las heridas de la etapa anterior. Y Alberto Moreno actuó como si con él nunca hubiese ocurrido nada. Siguió trabajando y siguió creyendo. En apariencia no parece mejor futbolista que otros que han pasado por allí antes de él, pero ahora mismo se tiene tanta fe que se ha ganado el derecho a ser titular en uno de los equipos que aspira a escribir la más bella página de su historia.

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