martes, 22 de noviembre de 2011

Las vidas del gato

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_elj0hcvpL3Ouv0Sdat4sZDzuW5_bm5oiv9t9xfFgZbukGACL7NCvbN6kPYglaoU5NnEIUrdrgr4rRAvwukDPfUvzkPsaW9-sCC8S4s0F6BDrl35dSq05UjdbLvKEr0XFpo7i3AQiXgs/s1600/torres_chelsea.jpgEn la mirada de un gato viejo, ojo cerrado por una cicatriz, garras despuntadas y lametazos inconstantes sobre un lomo despeinado, encontramos el ardor de mil aventuras sobre tejados adversos, la pasión de cien persecuciones por la acera en busca de la gata del vecino y el rencor, en forma de roneo, por todas aquellas tardes a la sombra de un árbol mientras imaginaba el sabor del gorrión que cantaba sobre la rama.

El futbolista viejo, como el gato que defiende panza arriba su honor y su memoria, cuenta sus vidas en forma de rachas; las hubo buenas, malas y regulares. "Como todo en esta vida", se atrevería a decir cualquier hijo de vecino. El futbolista que nació joven, con la expectativa cosida a la espalda a sólo un centímetro del número, sabe que los tejados están poblados de tejas podridas, trampas escondidas y chimeneas encendidas bajo un humo asfixiante. Por ello, la madurez del que supo ser estrella al tiempo que promesa, está plagada de recuerdos, arrepentimientos y coros de voces que, en muchas ocasiones no le dejan ver la realidad. Escoger la senda adecuada, escuchar la palabra correcta y saber empezar de cero se convierten en momentos vitales a la hora de empezar una nueva vida. El futbolista, como el gato, sueña con el gol que canta sobre una rama, con la victoria del vecino, con conquistar callejones de fortuna y comer raspas de oro sobre titulares ensalzantes.

El problema viene cuando la séptima vida asoma tras los ecos de la penúltima esquina. Todos los tejados han sido recorridos, todos los pájaros han sido cazados y todas las vecinas han sido conquistadas ¿Quedan más jugadas, más goles, más oportunidades para el asombro? En ocasiones quedan años, sueños y recorrido, pero quedan dudas, preguntas y debates. El futbolista viejo defiende su honor y su memoria, aquí está mi hoja de servicios y allí vuestras palabras ¿Pero que ocurre con el futbolista joven que ha agotado todas sus vidas? A su alrededor deja de sonar la música, los agoreros aparecen tras los rincones y las tertulias se convierten en la ocasión perfecta para jugar a la diana con su nombre.

Desde que Fernando Torres abandonó el Liverpool su camino ha transcurrido por un tejado minado, ha tropezado con el sistema, con la responsabilidad, con el pasado y con las expectativas. Su mal juego, traducido en sequía goleadora, se extiende a sus participaciones en la selección y hay quien ya le ha fabricado una caja de pino cuando solamente tiene veintisiete años. Las seis vidas anteriores las gastó sacando a un equipo del infierno, revalorando un oso y un madroño, diciendo adiós entre lágrimas y promesas, reiventándose, ganándose un nuevo crédito y afrontando una aventura hacia lo desconocido. La séptima vida llega en su esplendor y, sin embargo, la involución parece estar clamando por la llegada del apocalipsis.

Acabado o no (yo no lo creo), desacreditado o no (para mí no) o desenchufado o no (para mí desubicado), lo cierto es que este verano toca reválida y Torres afrontará, una vez más, el mismo reto que le situó en un escalón por encima de los altares. Pero la bula no es eterna y la Eurocopa no es una pachanga, más allá del pasado y el crédito, viven el presente y la realidad, y ésta dicta que el viaje a Polonia se debe ganar en el campo y hasta ahora, Torres, no lo está haciendo.

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