lunes, 14 de septiembre de 2020

El comienzo de la dinastía

Como lo hace la tierra alrededor del sol y la luna alrededor de la tierra, nuestras vidas giran, mecánicas y expectantes, alrededor de nuestro equipo de fútbol. Por ello, cada vez que asoma una nueva temporada y se atisba un nuevo primer partido, ponemos en orden nuestras prioridades y analizamos hasta dónde alcanza nuestro derecho a soñar y donde está el punto de partida de nuestras ilusiones. Porque más allá de los sueños, pintan bastos cuando la realidad es la dueña del cortijo. Candidatos, firmes, serios y seguros sólo hay dos, en incluso diría que sólo uno de ellos tiene la expectativa bien agarrada viendo como su rival, puente aéreo mediante, ha dinamitado toda su convivencia futura justo antes de empezar la función. Aun así, no quedan dudas del valor competitivo de Messi, de la fuerza bruta que emana de sus estadísticas y de la expectativa, esta sí, real, por compilación de asuntos, que ha generado su affaire con la directiva del Barça, quedando la duda, pendiente de un hilo, sobre si este último baile será un bonito tango o una danza descontrolada en un bar de carretera.

Al Madrid le salen las cuentas para querer iniciar una nueva dinastía. Ha trasladado la guerra a


Barcelona, se ha asentado con un verano tranquilo en el que las cuitas por los fallos de Varane se han ido amortiguando por su pasado más cercano y por la tranquilidad que les otorgó una liga a la que ya no se sentían abonados. Poco a poco, ha ido encajando sus piezas y ha encontrado, sobre todo, la paz que necesitaba en tiempos de guerra, generada por el discurso sencillo de su entrenador. Porque las grandes estrellas entienden el fútbol con tal sencillez que no necesitan explicarlo para hacerlo entender.


El Barça, sin embargo, parece sumido en una guerra institucional en el que el presidente cree haberse vestido de honores por haber conseguido la permanencia del mito, pero más allá de las falsas verdades sobrevuelan las realidades del estigma. Messi, herido de bala en su corazón, dejará que este desangre por última vez en el Camp Nou mientras la liga le despide en pie y los suyos le corean por siempre. Será un año raro, cargado de contradicciones y en el que el Barça debe empezar a acometer un trabajo que, por necesario, no deja de ser urgente; la transición. Más allá de que no gane nada, o de que lo gane todo, hay que dejar equivocarse a Ansu Fati, hay que dejar jugar a Riqui, hay que darle la alternativa a Pedri. Y así, mientras los chicos toman confianza y los mayores van dejando vía libre, el club irá descapitalizando su masa salarial al tiempo que va capitalizando sus opciones de futuro.

Al Atleti, por su parte, le pintan en oros cada año y en cada reparto de cartas tiene una peor mano. Eso


sí, la exigencia será la misma o incluso mayor y en cuanto haga algún refuerzo de poca monta y menos tirón, dirán que vuelve a tener la mejor plantilla de su historia y que estará obligado, una vez más, a volver a ganarlo todo, como si fuese lo que ha venido haciendo durante los últimos cuarenta años. Simeone, agarrado al timón de un barco que se hunde, tendrá que volver a hacer el milagro de los panes y los peces para mantenerse a flote mientras no suelta lastre y no es capaz de encontrar a sus verdaderos capitanes. Un año, quizá sea este, ya no será capaza agarrarse al tercer puesto y, entonces, las pirañas que le esperan hambrientas, le devorarán como el fracasado que siempre han querido que sea.


El Sevilla, como casi siempre, se ha movido de una manera bastante inteligente en el mercado, si añadimos a que este año apenas ha vendido, olvidando, no sabemos si de manera definitiva, su costumbre, a fin de sobrevivir, de vender a ocho o diez jugadores de su plantilla, y sumando todo a que tiene un equipo hecho y recientemente campeón de la Europa League, podemos decir, sin parecer exagerados, que este año es firme candidato al tercer puesto y, quién sabe, quizá tocar un ratos las narices hasta, al menos, llegada la segunda mitad del campeonato, y es que cuando se juntan paciencia y capacidad, es muy probable que las cosas terminen saliendo bien.

Muy a la zaga del Sevilla, a la hora de moverse en el mercado, ha estado el Villarreal, quien ha sabido


pescar en el río revuelto del Valencia y ha obtenido sus ganancias de pescador con la obtención de sus dos pilares del centro del campo, jugadores que vendrán a suplir a los sempiternos Bruno y Trigueros y la sensible baja de Anguissa, quien ha regresado al Fulham. Con el fichaje de Emery, ganan la experiencia de un técnico que conocen la élite, pero la plantilla pierde al padre que había encontrado en Javi Calleja. Si sabe dejar atrás los conflictos emocionales y entregarse a los preceptos de su nuevo entrenador, es posible que den un paso adelante y se conviertan en una mosca molesta en el plato del Atlético.


La Real Sociedad ha perdido a Odegaard, pero ha ganado a Silva. Más viejo, menos enérgico, pero un manual con la pelota. Ha recuperado, además, a algunos cedidos que han ganado minutos y experiencia y ha mantenido a sus puntales en ataque. El estilo de Imanol, agradecido para la afición, promete buen fútbol y, muchas veces de manera incomprensible, partidos extraños que convierten al equipo en un tiro al aire. Si sabe complementar la liga con la exigencia europea, la Real es un candidato a hacer pasarlo bien y a repetir su plaza entre los seis primeros.

Para el Granada, esta temporada significará una auténtica reválida. Aupado a la séptima posición


después de un último tramo colosal, se verá obligado a dosificar esfuerzos si no quiere que el curso termine pasándole factura. Le pasó al Getafe quien llegó del confinamiento con aspiración a todo y vio como los sueños no son posibles si no existen las condiciones. Al Granada le avala el trabajo de un técnico que tiene claro lo que quiere y lo que posee. A partir de ahí, toca que sus jugadores sigan creyendo en su discurso y que sigan siendo un tormento para cada uno de sus rivales.


Al Getafe le pudo la temporada, la expectativa y la edad de su delantera. Ahora, con un sello prefijado en la cuña de Bordalás, tratará de rejuvenecer laureles al tiempo que mantiene el sólido bloque que tan fiable le hizo. Apenas ha sufrido salidas y ha conseguido mantener a Djene, Arambarri y Cucurella, los tres pilares sobre los que su entrenador cimenta su castillo.

El Valencia es el caos hecho equipo de fútbol. Es la consecuencia de


las cosas mal hechas, de dejar un juguete valioso en manos de un niño caprichoso. Peter Lim no sólo está a punto de romper el juguete sino que corre el riesgo de dejarlo irreparable. Javi Gracia, gran estratega en sus años en Málaga y con una decente labor en el Watford, tiene ante sí el reto más difícil de su carrera: hacer creer a los valencianistas que su club sigue siendo un buen equipo de fútbol.


Ascender a primera y quedar entre los diez primeros contando con un presupuesto ínfimo es de un mérito altamente reconocible. El trabajo de Arrasate en Osasuna está apuntalado en la fe y en la constancia; el equipo es una roca como local y un vendaval en espera de su contra como visitante. Desinflado en el último tercio, llegó a soñar con Europa, pero hoy, analizada la temporada, se puede dar por satisfecho al haber obtenido la salvación de forma holgada. Este año, como los sophomore del deporte americano, toca el año de confirmación, dicen que el más duro de todos.

Al Athletic le sobró constancia pero le faltó fútbol. Es lo que pasa cuando priorizas el no recibir gol


antes que anotarlo y, sobre todo, es lo que pasa cuando la cabeza se va de la competición en el momento en el que has logrado el billete para la final en el segundo torneo más importante de España. Será importante para el Athletic saber mantener la tensión en liga ante la perspectiva golosa de la final de Copa y, sobre todo, conseguir que su línea de ataque encuentre definitivamente el gol y no depender en exclusiva de los zarpazos efímeros de Raúl García.


El Levante, como el Eibar, ha terminado convirtiéndose en un equipo de autor. De un loco y bendito autor. Paco López juega con la línea adelantada, busca el fútbol directo y confía en la calidad técnica de su trío de mediapuntas. Rochina, Bardhi y Campaña hacen del fútbol una orquesta y del juego un espectáculo de trilero. Sin el gol de Borja Mayoral, debe recuperar a Sergio León y, sobre todo, conseguir que Roger vuelva a ser el tipo fiable de hace dos temporadas. Formará parte del grupo que luchará por la supervivencia, por ello, tener claro el trabajo a seguir le otorgará un punto extra de ventaja.

Sergio González cree en el trabajo y Ronaldo Nazario cree en Sergio González. Sabe que su Valladolid


no será el equipo más vistoso, que quizá no de campanadas de altos vuelos, pero será un equipo fiable en casa y rascará algún punto como visitante, porque hace de la incomodidad del rival su punto fuerte y de los pocos goles recibidos su clave para mantenerse entre los mejores. Sin Unal, los goles dependerán del buen estado de Sergi Guardiola, siempre una moneda en el aire pendiente de caer de cara.


Eibar se acostumbró durante mucho tiempo a ser un equipo de segunda, tanto, que ya se sintieron parte de la élite desde su humilde morada, ahora que va a cumplir su octavo año en primera, el sueño se ha convertido en pura realidad y ya tienen derecho a sentirse de verdad un equipo de los buenos. Mendilíbar es el timón y guía y la secretaría técnica sigue haciendo encaje de bolillos una y otra vez. Este año faltan medios y faltan recursos, por lo que la apuesta es doble y arriesgada. Quizá algún año la ruleta caiga en un color diferente, mientras tanto seguirán soñando, trabajando y haciendo de Ipurúa su particular fortín.

Al Betis se le caen los proyectos uno detrás de otro. Portador de una deuda infinita con gran parte de la


comunidad andaluza, cada año comienza el curso con las expectativas en lo más alto y casi siempre lo termina sumido en la decepción. El equipo, en manos este año del excelso Pellegrini, cuenta con bastantes piezas de calidad y con una defensa endeble, quizá el punto débil de su ya de por sí débil moral. Pero si las cosas van bien, Joaquín, Canales, Fekir y Laínez han de tener aún mucha capacidad para hacer vibrar a la necesitada afición verdiblanca.


El Alavés jugó con fuego al destituir a su entrenador a falta de cuatro jornadas. Lo cierto es que, cuando parecía que la salvación estaba asegurada, el equipo cayó en picado y la llegada de Muñiz le reactivó. Ahora no están ni Garitano ni Muñiz y el proyecto ha sido puesto en manos de Machín, un técnico que demostró muy buenas dotes en Girona pero que estrelló los dos últimos vehículos que condujo. Sevilla le vino grande y el Espanyol era un equipo autodestruido. El regreso a los planes de permanencia le volverá examinar como un tipo que tira de estrategia, que apenas mueve su sistema de tres centrales y que hace de la motivación su método de trabajo.

Celta de Vigo lleva dos años jugando con fuego y ya se sabe que muchas veces, esa iniciativa tan


infantil suele terminar con una quemadura en la piel y un estigma en la memoria. Agarrados al hombre milagro, el Celta sabe que la salvación pasa por Aspas y Aspas sabe que sus últimos bailes los quiere dar en Vigo y en primera. Volverá a estar en el vagón de cola aunque por la calidad de alguno de sus futbolistas, bien podría estar un poco más arriba.


Generalmente, son los equipos que ascienden a primera los máximos candidatos a regresar de nuevo a segunda, porque el presupuesto suele ser más limitado, porque los recursos son inferiores, porque la afrenta suele quedar grande. Ya le ocurrió al Huesca hace dos temporadas después de su primer ascenso. Entonces sufrió la bisoñez y la falta de adaptación. Este año regresa de nuevo como campeón de segunda, con un estilo, el de Míchel, que gusta de la vistosidad y al que se le achaca cierta fragilidad. Será duro, pero nadie les robará la ilusión.

Cadiz es la alegría, la mofa, la fiesta, el fútbol vivido desde la felicidad. Hemos venido a


emborracharnos, el resultado nos da igual. Y mientras corre el alcohol, seguirán corriendo los sueños, porque el sitio de un ciudad como Cádiz está entre los grandes, porque el legado que, en nuestra infancia, nos dejó el Mágico González es difícil de olvidar y aún pende del hilo de las emociones más profundas.


Al Elche le ha acompañado el destino y con la sensación de saberse tocado por la varita sabe que este es año para disfrutar y para seguir creciendo. Puede que, a priori, sea el candidato más firme para el descenso, pero nada se consigue sin trabajo y nada se alcanza sin ilusión. La baja de Pacheta es una merma en la mentalidad de los futbolistas, pero darle a Nino el gran último baile que se merece es un acicate perfecto para salir a entregarlo todo.

La función número noventa alza el telón, unos, los de nombre más grandilocuente, comenzarán más tarde, otros, tan importantes como el que más, echarán a rodar el sábado y la ruleta de las emociones, esas que pagan entradas y salvan carreras, volverá a tomar impulso para llevarnos de viaje, una vez más, al país de nunca jamás.

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