jueves, 4 de enero de 2024

El espejo invertido

Los proyectos, como los sueños, son compendios de ilusión que mueven las tripas y ponen en marcha el corazón, porque mientras nuestra cabeza planifica la acción, nuestras manos se ponen al servicio de nuestras ideas, por ello es necesario convicción y firmeza y, sobre todo, una capacidad soberana para hacer creer a los demás que tu palabras es la de un mesías pues si los que deben seguirte no son capaces de cruzar el Rubicón por ti, lo más probable es que te veas de nuevo en una silla y el alma partida a latigazos.

Cuando Simeone aterrizó en el Atleti encontró un equipo descompuesto y tendente a la tragedia. Les había eliminado de Copa un equipo de Segunda B y las estrellas ya planificaban su futuro lejos del Manzanares porque en aquella casa de locos no había nadie capaz de dar un puñetazo en la mesa. Lo que hizo el Cholo, más allá de ese puñetazo, es utilizar su otro puño, el izquierdo, para acariciar el alma de sus futbolistas y hacerles saber que allí había un grupo que si creía y trabajaba, sería capaz de todo, y vaya si lo fue.

Algo parecido a aquel milagro en rojiblanco, ha obrado Michel en Girona con la salvedad, más meritoria aún para él, de que agarró en Segunda a un equipo sin apenas historia en la élite, lo que hace que su presión sea menos asfixiante pero que su mérito sea doblemente reconocido. En este juego de espejos, el Atleti se encontró anoche con su pasado; un equipo que apretaba en la salida, que sabía esperar ordenado en el medio y que conducía los contragolpes a velocidad de vértigo. Por ello, cuanta más admiración provocaba el Girona, más lástima producía el Atlético al comprobar que de lo que un día fue ya no quedan ni los recuerdos.

A esta plantilla mal confeccionada le falta un lateral izquierdo, le sobran interiores y la falta, sobre todo, un número cinco que sepa guardar la posición y juntar al equipo en torno a su figura. Mientras Koke siga sobreviviendo en la jungla del físico, seguirá siendo un jugador aseado pero poco dado a la alta exigencia, porque jugando fuera de lugar se le ven muchas virtudes, pero pone en solfa su peor carencia y es que le cuesta girar sobre sí mismo cuando los lobos le acechan desde atrás.

Anoche se comió un bocado y el Atleti se desangró de manera ominosa, una vez más. Y mientras el Girona invertía el espejo y se reflejaba en aquel Atleti intenso de 2012, los colchoneros se iban del partido una vez más por culpa de un sistema que le impide sacudirse el dominio del rival y, sobre todo, encontrar a sus mejores hombres en sus mejores posiciones.

Y aunque el rebato de la segunda parte bien podría haberle abierto la puerta de las victorias, el partido estaba escrito en clave rojiblanca, pero la local, porque ese pijama verde volvió a naufragar en aguas defensivas y lo que un día fue un manual de precisión pétrea, hoy es un circo de los horrores en el que los centrocampistas siempre llegan tarde y los defensores, la mayoría de las veces, terminan mirando como el delantero rival chuta hacia su portería. 

Ya no quedan ni los milagros de Oblak. Ya no queda nada de aquel Atleti en cuyo reflejo se sentía el equipo más poderoso de Europa.

No hay comentarios: