viernes, 8 de marzo de 2019

Un equipo nada casual

Los análisis en caliente y desde la ignorancia suponen un peligro para la confianza global porque son muchos los que hablan sin saber y muchos más los que opinan sin ver. De nada vale creer lo que has visto y, mucho menos, repetir lo que han contado, porque para poner en valor a cada rival primero hay que sentarse cada domingo y discernir el día a día. El problema es que el trabajo produce pereza y el sensacionalismo vende más que la verdad.

Cuando el Atleti cayó emparejado en el sorteo de octavos ante la Juventus de Turín, todos los malos presagios cayeron a plomo sobre mi autoestima. La gente, más acomodada en la chanza que en el análisis, comenzó a discernir sobre la liga italiana a modo despreciativo. Vale, es posible que el campeonato, a modo competitivo, no sea el más voluble a la hora de medir méritos, pero fueron muchos los que olvidaron que, más allá de la falta de competencia interna, la Juve ha rendido muy bien en Europa durante el último lustro, alcanzando hasta dos finales.

Al bloque sólido y trabajado hasta la memorización de conceptos, ha sumado la garantía de un goleador impío. Mucho se habla de la Juventus de Ronaldo como si el portugués hubiese sido timón y guía de este proyecto a largo plazo y, aunque es verdad que sólo lleva unos meses en el equipo, su impacto competitivo ha supuesto un salto en la exigencia del grupo. Por ello, hay que poner muy en valor lo que consiguió el Atleti en el partido de ida, pero, por ello también, hay que tener en cuenta que el partido de Turín será una encerrona para los rojiblancos porque, más allá, del deseo de remontada, está la realidad de un equipo que puede ganar a cualquiera y sabe como hacerlo.

La Juve comienza en Bonucci, guía espiritual de un equipo que vivió huérfano de liderazgo durante su ausencia; continua en Pjanic, un director de orquesta periférico con pie de seda y se culmina de Ronaldo, un tipo voraz que cada verano vuelve a resetear su ansia y busca volver a ganarlo todo. El resto, magníficos peones de brega, cumplen su función implícita en cada parcela del terreno. Puede que su campeonato haya perdido fragor y que su día a día sean caminos de ida y vuelta a la oficina, pero ocho scudettos consecutivos, por más que se quiera restar importancia al logro, no se ganan de casualidad.

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