miércoles, 14 de febrero de 2024

Aventura

Sobrevive un alto nivel de riesgo en la mente de los audaces, ese sentimiento extremo que conduce hacia la aventura, esa insistencia tan meticulosa que no se borra ni cuando el error hace acto de aparición, esas palabras que nunca viajan con el viento puesto que, más que promesas, son auténticos actos de fe que, cuando se hacen carne, son capaces de levantar en un impulso a toda una multitud.

El Barça enfrenta la peor crisis de sus últimos veinte años subido a lomos de un niño que no quiere dejar de lado la responsabilidad. Sabedor de que las oportunidades no se regalan, se ha empeñado en situarse por encima de todos y conducir a su equipo hacia la victoria por más trabas que sus propios compañeros le pongan al empeño. Tras un error grosero de Araujo, una inexplicable decisión de Kounde o una conducción sin sentido de De Jong, aparece siempre un desborde y un ingenio del joven Lamine Yamal, dispuesto siempre a corregir errores tanto propios como ajenos.

Yamal es un producto más de una inagotable cantera de valores que se ha aprovechado de un momento clave en la historia del club. En su última gran crisis, aparecieron tipos como Valdés, Puyol y Xavi primero para dar testigo al final del túnel a dos genios sin parangón llamados Lío Messi y Andrés Iniesta. En este camino de regreso al barro, visto que el club sólo se las puede ingeniar a base de palancas, Xavi ha decidido que morirá joven pero morirá con todo y ese todo incluye a una cuadrilla de niños que han saltado a la titularidad para sujetar la crisis con sus manos e incluso tratarla de borrarla con sus pies.

Entre ellos destaca el bisoño Lamine que, con tan sólo dieciséis años, se echa a la espalda al equipo cada vez que tira un desmarque pegado a la banda derecha. Desde allí ha aprendido que la mejor escuela es la improvisación y la mejor carta es el talento; por ello encara, dribla y, generalmente, gana el espacio suficiente para dejar atrás al defensor y provocar una ocasión de gol que, visto lo visto, cuesta mucho conseguir.

Desde el extremo, Lamine Yamal ha llegado al fútbol de élite para asentarse como una estrella, primero en el Barça y después, ya veremos, en la selección. De momento ya ha batido récords de precocidad y eso, más allá de lo llamativo, alcanza lo sustantivo, porque que esté jugando no es ningún capricho, como ya dijeron algunos, si lo hace es porque, ahora mismo, es el único jugador de Barcelona capaz de proponer algo distinto a los demás, algo ilusionante tratándose de un niño y algo preocupante tratándose de un club lleno de tipos con un currículum tan brillante que hasta serían capaces de deslumbrar.

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