lunes, 25 de junio de 2007

Existen derrotas que no duelen

No sé si será por nuestra condición de equipo humilde; quizá fuese porque sabíamos que nuestra gesta ya había sido publicada, porque la final en sí ya era un premio o porque aunque no hubiese sorpresa ya nos sentíamos triunfadores. De alguna manera, el fútbol es capaz de generar un círculo de felicidades que puede dar la vuelta, como un boomerang cargado de ánimo, e hincharte de orgullo aún sin haber conocido el resultado. Algo parecido es lo que nos ocurrió el sábado, por ello, la derrota no dolió tanto como hubiésemos pronosticado; en nuestra conjura vespertina ya habíamos derrotado al miedo.

El partido se partió en tres tiempos dentro de mi cabeza. Como trazos de una experiencia inolvidable, trate de grabar a fuego cada uno de los momentos vividos. Primero llegó la fiesta, después los nervios y, por último, la celebración. Una fiesta cargada de ilusión y compañía bajo el justiciero sol de un verano recién nacido que aclaró de una vez por todas que se puede amar a dos equipos a la vez y no volverse loco. Un manojo de nervios posterior, vestido de partido de fútbol donde pudimos comprobar que la grandeza del deporte viaja mucho más allá de nuestras imaginaciones. Y por último, un recibimiento glorioso en el corazón de la madrugada, para agradecer eternamente a un equipo de fútbol su capacidad para hermanar a un pueblo muchos años dividido entre dos colores capitalinos.

Cuando Los Limones rasgaron su último acorde de himno adaptado y lanzaron un mensaje de unión infinita, levantamos a la par nuestras miradas al cielo y dimos media vuelta para dirigirnos al estadio donde debíamos estar dispuestos a sentenciar nuestro encuentro con la historia. De camino al Bernabéu rememoramos los mejores momentos de un año legendario; los goles de Güiza, las asociaciones en corto de Vivar y los remates de Casquero se convirtieron en el tema más recurrido para asociar nuestras conversaciones. Cuando alcanzamos la periferia del coliseo madridista fuimos conscientes de la dimensión que había alcanzado la afrenta que nos reunía; nos adentrábamos en territorio sevillista.

Que la de la grada era una batalla perdida fue una sensación que se convirtió en real una vez pudimos acceder a nuestras localidades; durante unos minutos tuvimos la incómoda sensación de que íbamos a jugar un partido en el Sánchez Pizjuán. Gracias al ímpetu y al fútbol, puedo agradecer, día y medio después, que aún con la derrota en la mano, el baño que sufrimos en las gradas no se trasladó por completo al terreno de juego.

Con todo ello pueden seguir diciendo que nos ganaron. Así lo reflejó el marcador y por ello les sigo felicitando. Nos ganaron porque supieron manejar mejor los momentos clave del partido, porque aprovecharon su momento y porque un partido de fútbol se gana en el mismo lugar donde nosotros fallamos y ellos acertaron: las dos áreas.

Que el fútbol es un juego de errores es una máxima repetida a la saciedad y que, un partido tras otro, va quedando demostrada como una premisa irrefutable. En una oportunista alocución a la misma, podríamos decir que los errores de Güiza y Pulido marcaron el partido. Podría ser. Del mismo modo que desde el otro bando tienen el derecho a replicar optando por los aciertos de Palop y Kanouté como símbolos de un partido que siempre tuvo un ganador moral. Queda el recurso del pataleo y el intento de denuncia arbitral por el claro penalti cometido sobre Manu Del Moral, pero a posteriori existen pocas circunstancias capaces de empañar una victoria labrada durante todo un año repleto de constancia, corazón y, sobre todo, fútbol de verdad.

El Sevilla es el equipo del año y así lo reconocimos todos aplaudiendo la vuelta de honor que rinde pleitesía a los campeones. Su afición, en el aplauso reconocedor de la entrega, demostró un buen puñado de grandeza aplaudiendo el último paseo cabizbajo de un Getafe pletórico en ganas pero ciego en fútbol. Se puede echar mano del nerviosismo, de la falta de grandeza y de recursos para afrontar un partido de la máxima trascendencia, se puede apelar a la falta de calidad y demostrar que los boletos de la felicidad ya habían sido repartidos antes del partido inicial. Todo puede ser cierto e incluso demostrable, pero nuestro último aplauso no pudo esconder ningún conato de reproche porque las finales solamente las pierde el que las juega.

Por ello el equipo fue aclamado como triunfador en su regreso a Getafe. La fuente de La Cibelina se impregnó de honor y gloria cuando la plantilla sintió el calor de un pueblo. Les recibimos como campeones en el grito y en el ánimo porque, aunque la derrota nos hubiese vestido de subcampeones, cada uno de nosotros ya nos habíamos sentido campeones de Copa el día que accedimos al final optando por elegir el camino de la hazaña. Gracias por todo Geta.

8 comentarios:

piterino dijo...

Debió ser bonito, y ante todo destaco la unión de la marea azulona en la derrota, muy meritorio, la mejor señal de que el sueño puede continuar.

FI dijo...

Y este buen año les valió un boleto a la Copa UEFA, muchas felicitaciones.

Pablo Malagón dijo...

@ piterino

Ojalá el Athletic regrese pronto a la final de su competición y puedas disfrutar un día tan bonito.

@ paolo maldini

Muchas gracias. La UEFA colma de sobra las aspiraciones de un equipo diseñado para permanecer en primera.

Anónimo dijo...

¡Lástima de 1x1 de Güiza ante Palop! En todo caso, gran papel del Geta, al que he visto este año en 4 ocasiones en directo y cuyo fútbol ha sido bastante vistoso, además de práctico.

Sobre si Schuster puede ser buen entrenador para el Real Madrid, yo no le auguraría un gran futuro...

zaragocista dijo...

La verdad es que la final era un premio, merecido sí, peor también inesperado, y como tal se convertía en fiesta.

La verdad es que la duferencia la marcó Guiza. Porque el falló lo que hay que meter y Kanouté marcó lo que no se puede fallar.


Saludos.

Marco dijo...

Con la frente bien alta!!!

Saludos de Buenos Aires!!!

Carlos dijo...

Que pena medio tu Geta, casi lloro hay delante del televisor. Venga que el año que viene se la devolvéis en la final de la UEFA :D

Saludos

Stubbins dijo...

Animo Pablo. Gran campaña la del Geta.

Imborrable será para todo Getafe la semifinal de Copa contra el Barça convirtiendo el golazo de Messi en un simple "gol del honor".

Tenemos en común haver vivido las finales de nuestros equipos apoyándoles en el estadio, salir derrotados y a pesar de ello sentirnos orgullosos y salir con la cabeza bien alta.

Tu aventura en el Bernabeu, me ha recordado y mucho a la mia en Atenas.

Saludos y suerte para la próxima campaña.