sábado, 25 de abril de 2009

Un milagro de tres semanas

El día que Grecia perdió la ocasión de acudir al mundial de Alemania, el seleccionador Otto Rehhagel, supo que el éxito se lleva por delante el empeño y que los sueños no siempre dependen del propio trabajo. Para él, que soñaba con volver a casa como un prócer de la victoria, verse obligado a sentarse ante el televisor para ver los partidos, significó una nueva promesa y un aprendizaje más.

Pero como no todas las promesas llevan implícitas el poder del cumplimiento, cuando Grecia regresó a la élite competitiva el pasado verano en la Eurocopa de Austria y Suiza, ya estaba estigmatizado por el éxito y puesto en el filo de la precaución. Como a los futbolistas les exigieron más de lo que podían dar y como los milagros tienen fecha de caducidad, el equipo no ganó un solo partido y regresó a casa en un silencio que atronaba el oído de quienes cuatro años antes habían levantado a un país de su asiento.

Y es que los vaivenes, el éxito crucial y el fracaso estrepitoso, fueron compañeros de viaje durante la larga carrera como técnico de Otto Rehhagel. Preparador y estratega colectivo desde 1974 y con casi un millar de partidos en los banquillos. Agotado por ganar más de lo que se propuso y, sobre todo, de ver como los apóstatas del discurso se regocijaban ante sus fracasos, decidió tomar el equipaje y viajar a Grecia con un reto entre las cejas y un objetivo en la firma del contrato; conseguir que el país heleno escribiese su nombre entre los candidatos a participar en los grandes acontecimientos.

No fueron fáciles los inicios. No había hecho sino aterrizar en Atenas y proclamar su discurso y ya estaban perdiendo por cinco goles a uno en el frío estadio olímpico de Helsinki. Entonces, nadie podía imaginar que tan sólo dos semanas después el equipo viviría tres semanas de ensueño, alcanzando la perfección, no en el juego, pero sí en la convicción, en la preparación y, sobre todo, en la suerte, factor al que todos se agarran cuando intentan justificar sus fracasos pero que generalmente se alía con quien se empeña en buscarla.

Antes que persona, siempre antepuso al entrenador, y antes de las formas, le gustó ajustar los métodos. Rehhagel siempre fue un estratega y como tal, gusta de plantear cada partido como si de una partida de ajedrez se tratase; siempre protegiendo a la dama y siempre atacando al rey contrario en el momento de despiste menos esperado. Eso es lo que hizo con Francia para derrotarla por la vía de la sorpresa en el éxtasis del gol de oro y eso es lo que hizo con Portugal, a quien ya había ganado en la inauguración, para romper las estadísticas y coronarse como campeón de Europa sin haberlo ni siquiera planificado. Dos córners bien atacados, dos cabezazos bien definidos y dos pasos hacia adelante en el camino hacia la leyenda. Para muchos, el fútbol sigue siendo un cúmulo de pequeños detalles.

Rehhagel había vivido su último gran éxito sentado en el banquillo del Kaiserslautern. Aterrizó en el Fritz Walter Stadium para recomponer a un equipo que había descendido a la segunda división alemana y en dos temporadas no sólo lo devolvió a la Bundesliga, sino que lo hizo campeón. Era una muesca más en el revólver de quien buscaba reivindicarse en cada reto. Aquella fue una manera de decirle al Bayern de Munich que no habían despedido a un fracasado dos temporadas antes, igual que la Eurocopa fue su coartada para justifcar su fútbol de desasosiego y deslucided ante los ojos del mundo.

Aunque no consiguió hacer de Grecia un equipo vistoso, no tardó en lograr que un equipo históricamente anárquico se convirtiese en un equipo ordenado y difícil de ganar. Prueba de ello pudo dar España cuando, encuadrada con los griegos en el grupo de clasificación para la Eurocopa de 2004, se vio abocada a jugar una inesperada repesca contra Noruega. Rehhagel, que había sido un férreo defensa durante su época de jugador, reflejó en su equipo lo que él había sido durante su carrera como futbolista; fuertes marcajes, atención exclusiva en el aspecto defensivo y búsqueda de la desesperación del rival. Con estas premisas, Grecia triunfó como los equipos de veinte años atrás, con marcadores al hombre en defensa y el centro del campo y un hombre libre, Dellas, que durante aquellas tres semanas portuguesas vivió su particular cuento de hadas. Para un equipo cuya presencia en el torneo ya era un premio, coronarse campeón significó una sorpresa que jamás olvidará la historia del fútbol.

Otto Rehhagel, con más de sesenta años en su carnet de identidad, continúa intentando hacer creer a Grecia que aquel milagro de tres semanas no es irrepetible y como tal, sigue trabajando como el entrenador que siempre llevó dentro. Suyos son todos los records de la Bundesliga, con más de ochocientos partidos en alemania, ningún entrenador ha ganado, empatado y perdido más partidos que él, y ninguno ha visto desde el banquillo tantos goles a favor marcados por sus equipos, ni tantos goles en contra encajados. Mientras asimila sus cifras, sigue firme en su reto griego, en su obsesión por la preparación física, en su minuciosidad por la intensidad defensiva, en su apuesta por el fútbol tradicional. Atrás quedan sus años en Bremen, cuando se dio a conocer al mundo y cuando consiguió, como hizo con Grecia, que millones de aficionados se echaran a la calle para festejar un logro inesperado. Aquel fue el primer equipo de segunda que cogió para hacerlo campeón, después vinieron más; en Kaiserslautern aún le añoran y en Grecia le siguen agradeciendo que, pese al estilo, convirtiese en un equipo de fútbol a un grupo de anárquicos sin fe.




P.D. Acabamos de cumplir dos años en la blogsfera. Quien nos lo iba a decir cuando empezamos esto con tantas dudas como ilusión. Setencientos treinta días y ciento sesenta y un post después de aquel veinticuatro de abril de dos mil siete, seguimos dando guerra y con mucha ilusión por seguir contando historias. Gracias a todos los que, en estos dos años, habéis perdido un minuto de vuestro tiempo para leernos.

3 comentarios:

No, gracia a vo´ dijo...

Ante todo, felicitaciones por los dos años en la blogósfera! No me tiembla el pulso para escribir que este es uno de los mejores blogs que he visitado desde que me metí de lleno en este mundillo. Impecable en todo sentido: contenido, redacción, diseño. entre varias cosas más.

Respeto mucho a Otto Rehhagel. Me parece un gran técnico, que evidentemente sabe algo de fútbol. Yo no critico a su Grecia. El alemán sacó campeón a un equipo que vio su fruto del éxito en el fuerta caracter defensivo. No es lo mas agradable para los ojos, pero tampoco podemos pedirle a Grecia que juegue como las grandes potencias!

Saludos y a seguir adelante con el blog!

Migue

fernando dijo...

Antes de nada, felicidades por tu segundo año de vida bloguera.

En cuanto a la selección griega, no recuerdo con agrado su triunfo. NO me gusta nada cuando una selección rácana y defensiva gana una competición.

un abrazo.

fernando dijo...

el anterior comentario era mío.