lunes, 7 de mayo de 2012

En busca de la luz

La oscuridad ciega, confunde, produce pesadillas, monstruos, sinrazones. La oscuridad es el camino más directo hacia el error porque los palos de ciego se pagan con caídas libres, con empecinamientos que conducen a la locura, con la negativa a ver la realidad porque siempre existe el miedo a que la luz de la verdad nos ciegue los ojos.

El Atleti lleva años sumido en la oscuridad del mal fútbol. No es que se hayan cortocircuitado las esperanzas en busca de un estilo, es que hace muchos años que el equipo no encuentra un estilo. Y no lo ha hecho, principalmente, porque se han encerrado en el cuarto oscuro de la mala gestión y se niega a ver la realidad. Tanto ha distorsionado la oscuridad la verdad que la gente se ha terminado por creer los cuentos del vecino y las historias para no dormir; que si aquello del pupas, que si aquello de lo peor y lo mejor, que si aquello de la imprevisibilidad. Pamplinas. De lo que ha carecido el Atleti, más que de fortuna, es de buenos futbolistas en el eje del centro del campo.

Es por ello que cada verano vuelven a renovarse las ilusiones cada vez que un nuevo nombre aparece en la palestra de lo futurible. Pero, como naipes de un castillo, los proyectos de motor para un coche de frágil carrocería, caían en el cajón de las promesas incumplidas. Ni fue Albertini, ni Luccin, ni Raúl García, ni Tiago, ni Gabi el capaz de enterrar a la sombra del desconcierto y alumbrar el fútbol del equipo. Es por ello, que cada vez que aparece el nombre de un niño prodigio, los puños se cierran para rezar, los ojos se abren para mirar y la mente se despierta para soñar. El Atleti necesita fútbol, sentimiento y verdad, y nada de ello es fácil de encontrar en el cuarto oscuro de los despropósitos.

El nombre de Oliver Torres ha aparecido en los titulares de prensa como el de ese nuevo mesías que promete la redención de un club sumido en el infierno de todos los pecados. Se mira al frente, se buscan vídeos, opiniones, resultados, estadísticas, y aparece la imagen de un niño de tez morena, mirada osada, fútbol intuitivo, un guante en el pie y la capacidad para mover a un equipo de área a área. Eso lo ha hecho con un equipo juvenil, no lo olivdemos. Más que nada porque cuando le veamos en primera y le contemos los diez primeros fallos, correremos a escondernos en el cuarto oscuro y a lamentar la mala suerte de las promesas incumplidas, cuando la verdad es que cualquier niño tiene derecho al error y, en nuestra prisa por devorar etapas, hemos terminado por devorar proyectos de buen futbolista. Recordemos lo que eran Gabi, Mario y Koke cuando empezaron. En el foso hace frío y en el coso cunde el pánico. Sin prisas y sin sueños. La luz nos iluminará a todos cuando el fútbol aparezca, cuando la paciencia impere y cuando la gestión sea acorde a nuestra historia.

1 comentario:

futbollium dijo...

De momento cuetsa mucho dar al manija a Koke . y el chaval promete eh

Un saludo