miércoles, 26 de enero de 2022

El mejor gestor

"Puedes engañar a algunos todo tiempo, puedes engañar a todos algún tiempo, pero no puede engañar a todos todo el tiempo". Con esta cita, Abraham Lincoln hacía énfasis en la necesidad de ser honesto y, sobre todo, ser consecuente con el comportamiento y, de un modo extra, con el esfuerzo, porque si al final tus actos hablan por sí mismos, no serán pocos los que se den cuenta que no solamente eres un inepto sino que es más que probable que seas un sinvergüenza.

Miguel Ángel Gil, premiado en varias ocasiones por una empresa afín, como mejor gestor deportivo del año, tiene la suerte de contar con el respaldo mediático en cada una de sus decisiones. Cuando el equipo gana, son muchos los que se prestan a arrogar parte del éxito al tipo que gestiona en la sombra, y cuando pierde, son pocos los que se paran a criticar su gestión por más que el equipo, año a año, esté perdiendo talento, calidad e inteligencia.

El Atleti es un equipo en ruina permanente. Da igual que durante una década, año a año, hay ido cumpliendo los objetivos y que año a año, también, se haya ido desprendiendo de sus estrellas para contratar a otros futbolistas de perfil más bajo; cada vez que arranca un nuevo año viene el mismo cuento: para comprar hay que vender y debemos ajustarnos el cinturón.

Ese cinturón aprieta tanto que el equipo ha llegado ahogado a la orilla de sus propias miserias. Con el lateral derecho fuera de concurso, malvendido a un nuevo rico y con dos centrales suplentes que rozan la pesadilla continua, la que decían que era la mejor plantilla de la historia del club, se descose alarmantemente sin que su dirección deportiva sea capaz de cerrar dos contrataciones a precio de saldo. Y es que el mejor gestor no ha sido capaz aún te tener un balance solvente con el que poder salir a Europa a competir de tú a tú con los gigantes del continente. Y cuando fracase, que no está lejos de hacerlo, la cabeza de turco no será el CEO, sino el entrenador que tanto esfuerzo ha realizado para cumplir cada objetivo y que, sin embargo, ve como su equipo, año tras año, es siempre un poquito peor.

A ver si es que la gestión no es tan buena. A ver si es que está engañando a unos pocos todo el tiempo y ha engañado a todos algún tiempo y no va ser capaz de engañarnos a todos todo el tiempo, porque no todos somos tan tontos como quienes le ponen la alfombra para que no se manche sus zapatos de piel mientras sigue dejando a su equipo descalzo en el desierto.

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