viernes, 4 de febrero de 2022

Disfrazar la deuda

Si le debes mil euros al banco tienes un problema, si le debes mil millones el problema lo tiene el banco. Algo cercano a esta premisa es lo que debe estar ocurriendo con el Fútbol Club Barcelona para que, en el peor momento de su historia, se haya sacado de la chistera un mercado invernal casi impoluto y acorde a sus necesidades.

Porque resulta extraño, cuando no menos paradigmático, que el campeón de liga, que siempre presume de gestión y alardee de estar al día en sus conceptos económicos, no haya sido capaz de superar la venta de su lateral derecho y haya tenido que ir en busca de saldos y retales, mientras que un equipo, cuyo presidente, de viva voz, denuncia las fechorías de su antecesor y la necesidad de ser austeros para afrontar con garantías el futuro, se haya podido permitir fichajes de cierta relevancia.

¿Hay algo que no nos cuentan? Lo fácil, en este caso, es repasar el historial y cargar con toda la responsabilidad a los dirigentes del Atleti. Yo también lo haría. Su condena prescrita y sus tejemanejes con los Mendes de turno les colocan en un disparadero del que jamás van a salir, pero no es menos cierto que, desde que unos clubes aceptaron convertirse en sociedad anónima y otros no, el juego económico parte desde una situación de desventaja, porque mientras que las sociedades empresariales se ven obligadas a controlar su deuda, las sociedades deportivas manejan la suya sin sobresaltos porque, más allá de las cuentas que han rendir frente a sus socios, lo cierto es que no sienten el peso de los mercados sobre su cabeza.

De esta manera, el Real Madrid pudo afrontar una monstruosa operación inmobiliaria en el peor momento de su historia y el Barcelona pudo hipotecar su club manteniendo en la plantilla a los mejores futbolistas del mundo. Mientras los demás guardaban la ropa ellos nadaban, incluso contracorriente, y levantaban Champions como quien colecciona granos de arroz. Nunca fue tan sencillo reinar, nunca una sociedad y un gobierno hicieron tan poco para denunciar.

El problema es que al rey Midas hasta los sueños se le convirtieron en oro. El Barça perdió a Neymar, perdió a Messi y, en el tránsito, perdió hasta la vergüenza. El Madrid, sin embargo, sigue manejando la situación, dando sus pelotazos y acomodándose con la élite europea conservando a sus mejores jugadores y fichando, presumiblemente, a las mejores promesas ¿Qué ocurre pues si al banco le debemos mil millones? Pues que al banco, a la liga y a la federación les interesa que la némesis de los blancos regrese a la cima y, para ellos, no van a existir problemas por más que las deudas se disfracen con promesas.

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