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Porque la adaptación de los tiempos ha dejado una nueva especie de
líder fáctico; el tipo que debe pensar a la misma velocidad a la que se
juega. Poniendo a Messi en el pedestal más alto del Olimpo, detrás de su
estela han ido creciendo jugadores de pierna precisa, regate certero y
toque magistral. En la fauna de Ozil, Reus, Neymar y Modric, ha crecido
un futbolista que, como los grandes genios de la historia, es mitad
centrocampista y mitad delantero y ha sabido adecuar su fútbol a las
exigencias físicas que requiere la alta competición.
Griezmann no es sólo talento y velocidad; el chico es listo y ha aprendido a interpretar el juego con la astucia de las presas que sobreviven en la jungla del depredador. Dijo Valdano, en una e sus sentencias tertulianas, que es el jugador que mejor sabe qué hacer con la libertad. La frase esconde una descripción exacta de lo que se ha convertido Griezmann para el Atlético de Madrid; el jugador sobre el que gira el juego (conoce el lugar exacto entre la espalda del centrocampista y la línea defensiva), el que acelera la jugada (ha aprendido a la perfección los movimientos de desmarque de sus compañeros) y sobre el que se centra la definición (acude a la zona decisoria como el goleador más hambriento y es capaz de regalar goles como el asistente más certero).
Para cumplir con tales exigencias es necesario ser muy veloz en la planificación y muy preciso en la ejecución. Es la virtud de los grandes futbolistas; una virtud común que ha acompañado a los genios a lo largo de la historia pero que con los años se ha ido adecuando a las condiciones del juego. La inteligencia sensorial requiere talento y precisión. Muchos la han buscado, algunos la han encontrado y son realmente pocos los que han llenado la historia de titulares implacables.
Griezmann no es sólo talento y velocidad; el chico es listo y ha aprendido a interpretar el juego con la astucia de las presas que sobreviven en la jungla del depredador. Dijo Valdano, en una e sus sentencias tertulianas, que es el jugador que mejor sabe qué hacer con la libertad. La frase esconde una descripción exacta de lo que se ha convertido Griezmann para el Atlético de Madrid; el jugador sobre el que gira el juego (conoce el lugar exacto entre la espalda del centrocampista y la línea defensiva), el que acelera la jugada (ha aprendido a la perfección los movimientos de desmarque de sus compañeros) y sobre el que se centra la definición (acude a la zona decisoria como el goleador más hambriento y es capaz de regalar goles como el asistente más certero).
Para cumplir con tales exigencias es necesario ser muy veloz en la planificación y muy preciso en la ejecución. Es la virtud de los grandes futbolistas; una virtud común que ha acompañado a los genios a lo largo de la historia pero que con los años se ha ido adecuando a las condiciones del juego. La inteligencia sensorial requiere talento y precisión. Muchos la han buscado, algunos la han encontrado y son realmente pocos los que han llenado la historia de titulares implacables.
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