Portugal
empataba a tres con Hungría e iba a ser segunda de grupo merced al empate que,
en el otro partido del grupo, estaban a punto de firmar Islandia y Austria.
Había sido un grupo muy pobre en fútbol pero muy rico en emoción. Portugal, al
menos, salvaba los muebles tras un partido loco y su estrella, Cristiano
Ronaldo, aparecía por vez primera en el campeonato para salvar la vida a su
selección. El problema era que, siendo segunda de grupo, los cruces le mandaban
a la parte difícil del cuadro. Probablemente
comenzaría su andadura contra Inglaterra, para después enfrentarse a Francia y,
en caso de superar los dos cruces, enfrentarse bien a Italia o bien Alemania.
Esas eran las cuentas que ya se hacía España y, para que negarlo, andábamos
bastante preocupados (lamentablemente el tiempo terminó dándonos la razón). En
esas, Islandia culminó un contragolpe de manual en el minuto noventa y dos de
su partido ante Austria. Traustasson, en un remate a la desesperada, se
arrastraba por el suelo para batir a Almer. De pronto, todas las cuentas
descuadraban. Hungría pasaba a ser primera, Islandia quedaba como segunda y
Portugal se veía relegada a la tercera posición. Al clasificarse como una de
las mejores terceras cambiaba la terna de enfrentamientos. Su lado en el cuadro
era el opuesto al ya planificado y de Inglaterra, Francia, Alemania, se pasó a
Croacia, Polonia y Gales. Nunca en Portugal podrán agradecerle tanto a un gol
ajeno.
Que salga el sol por Antequera
Hace 21 horas
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