El arranque de la segunda parte fue esplendoroso, digno de los equipos grandes de verdad. El Atleti, que durante media hora había vivido encerrado en su área y achicando balones, encontró el gol antes que el juego y encontró la paciencia ante la impericia de su rival. Cuando acabó el primer acto abogué por un mejor fútbol y el equipo respondió como debía hacerlo. Adelantó la presión, aumentó la intensidad y creyó en el juego. Fruto de ello llegó un segundo gol repleto de detalles y culminado con maestría. Un robo con salida de cara; Gabi, que en cada final se deja el alma jugó con Koke y Koke tiró de pared para avanzar hacia tres cuartos; el pase interior fue parecido al que Payet dio en el inicio del partido sólo que Griezmann pensó más y mejor que Germain. Aguantó a Mandanda, tiró de amague y picó el balón como los maestros. Era el gol que reafirmaba a un equipo y consagraba, por fin, a un futbolista de un talento inconmensurable. Un jugador de una pieza que entiende el juego de tres cuartos con el manual grabado en la mente. Trabaja, cree y puede. Griezmann ha entendido el cholismo y el Atlético disfruta de un jugador de época.
Que salga el sol por Antequera
Hace 21 horas
No hay comentarios:
Publicar un comentario