viernes, 30 de noviembre de 2007

Queremos marcha

No sé a vosotros, pero a mí me va la marcha. No conozco hasta que punto puede llegar a heriros la desidia y el fracaso contínuo de nuestra selección de fútbol, de muchos, nunca llegaré a saber cual es el grado de implicación emotiva ante cada partido de la roja, lo único que sé es que, tradicionalmente, hemos esperado siempre mucho y nunca hemos conseguido nada.

Por eso quiero marcha. Por eso y porque empieza a cansar verte dispuesto a todo y volverte con las manos vacías después de un par de opacas exhibiciones ante selecciones de segundo nivel. Un día le ganamos a Eslovenia y parece que el mundo está a nuestros pies, otro día barremos a Ucrania y ya no existirá individuo en el ancho universo que sea capaz de tosernos. Y luego pasa lo que pasa, que si un egipcio nos anula un gol legal, que si no somos capaces de saltar un cerrojo griego, que si llega Zidane y su pandilla y nos pone los pies en el suelo... Y aparecen los que ya lo sabían y donde dije Digo digo Diego y no somos nadie y marchese señor seleccionador y tal y tal.

Por eso quiero marcha. Porque doy como hecho preconcebido que nuestra participación en la Eurocopa no llegará más allá de la frontera insalvable de los cuartos de final. Mejor curarse en salud, porque luego llegan los disgustos. Y aquí uno se va haciendo mayor y va perdiendo paciencia en la misma proporción en la que gana kilos en la barriga y canas en la cabeza. Y porque estoy seguro de que después de meterle cuatro a alguna selección de segundo nivel no nos quedarán más portadas para la gloria. Promesas muchas, pero portadas pocas.

Y por eso quiero marcha. Porque para ganarle a Polonia o a Austria ya tendremos amistosos por delante y miércoles de desasosiego, porque para vibrar hay que saltar el listón de las pretensiones y porque para sacar pecho hay que arriesgar a que te lo partan. Así que, no sé vosotros, pero a mí me gustaría un grupo complicado en el sorteo que se celebrará de cara a la disputa de la próxima Eurocopa, porque ya que no vamos a ganar nada, al menos tengamos emociones fuertes ¿No?

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Alma de ex futbolista

El problema de generar ídolos es nuestra obsesión por mitificarlos. A un jugador le ponemos la etiqueta de "mejor del mundo" e inmediatamente está obligado a demostrar que en cada toque de balón guarda la esencia del fútbol mágico. Cuando ha sido capaz de fabricar más realidades que sueños preconcebidos es cuando llega el momento de la adoración, por eso, cuando la mala fortuna acecha y se produce un primer bajón, el perdón se exclama en forma de aplauso forzado. "Otra vez será".

Pero toda paciencia tiene un límite. Como devoradores de fieras que somos, a medida que el fútbol nos va presentando nuevos fenómenos, jugamos a cambiar las piezas de lugar y sustituir de nuestro pedestal al viejo rockero por la novedad deslumbrante. Al principio, cuando Ronaldinho dejó de producir magia para esconder sus regates en el cajón de las asignaturas pendientes, la grada del Camp Nou guardó un respetuoso, aunque inquietante silencio, porque las cosas no iban tan mal y porque en el lugar del mito tambaleante aparecía, emergente, la figura celestial e imparable de Lio Messi. Un soplo de aire fresco en mitad de la tormenta de arena.

Ocurre que todo aficionado tiende a acostumbrar sus gestos a la exquisitez de los aplausos en vez de a la hueca desilusión del gesto torcido. Nos ocurre a todos que, cuando dejamos de ganar empezamos a buscar un culpable y, para su caso, la afición y prensa barcelonista ha encontrado en Ronaldinho la diana perfecta en la que descargar los dardos de su desencanto. Olvidando que un día el brasileño llegó, y actuó, como un Mesías para resucitar al club de cinco años de depresión incontrolada, el aficionado ha dado la espalda a sus recuerdos para reprocharle al ídolo caído su desazón, su incapacidad y su falta de compromiso. Cada día perdido en las paredes del gimnasio pesa como una losa en el prestigio del que ayer fue fenómeno y hoy es sospechoso habitual, y Ronaldinho, más allá de rebelarse contra el mundo, prefiere mirar hacia otro lado y continuar, sin nervio, en su caída libra hacia los infiernos agarrado a las promesas de su mediático hermano como única tabla de salvación en la que depositar su cada vez más desgastado prestigio.

Y yo, que durante años tuve que limpiar mis babas ante las sucesivas muestras de genialidad de un Ronaldinho imparable, me prometí, meses atrás, guardar paciencia ante el crack y ocupar mis dudas en la concesión, sin plazo de caducidad, de un merecido beneficio de la duda. Pero pasan los días, vuelan las semanas y se apagan los meses y Ronaldinho sigue sin hacer acto de presencia más allá de algún fantástico lance a balón parado. Es por ello que ayer comencé a sopesar sobre su merecida suplencia en Lyon y me pregunté, de manera espontánea ¿Es Ronaldinho recuperable para el alto nivel o los excesos y el conformismo le han convertido, ya, en un ex futbolista?

lunes, 26 de noviembre de 2007

Hablando del Madrid con Juanra

Juanra es, para mí, lo más parecido a eso que solemos llamar "mejor amigo". Confidente inigualable, en su alma sigue palpitando el recuerdo de aquel Real Madrid que le emocionó de niño. Sus ojos se iluminan con el recuerdo de un viejo transistor y los goles de Butragueño al Anderlecht cantados de manera inigualable por el mítico Héctor del Mar. Herido en el corazón por la hoguera de vanidades prendida por Florentino Pérez, ha cambiado su clásica euforia por un escudo de defensa en forma de temeridad y cierto pesimismo. Para mí, Juanra es un tipo grande porque con pocas palabras es capaz de expresar todo lo que siente y yo puedo dar fe de que sigue sintiendo mucho.

El Fútbol de Pablo: ¿Por qué eres del Madrid?
Juanra: Quizá porque lo mamé en mi familia

EFDP: ¿Toda tu familia es madridista?
J:

EFDP: ¿Cuál es tu primer recuerdo como madridista?
J: Las remontadas del Bernabéu, escuchándolo en la radio junto a mi abuelo

EFDP: ¿Y el mejor?
J: La séptima Copa de Europa

EFDP: ¿Qué recuerdo borrarías de tu memoria?
J: En lo que se ha convertido el Real Madrid

EFDP: Cuando Mijatovic marcó el gol a la Juve sentiste...
J: No se puede describir

EFDP: ¿Y cuándo Zidane enganchó aquella volea contra el Leverkussen?
J: Éxtasis

EFDP: ¿Ha sido Zidane el quinto grande de la historia?
J: Sin ninguna duda

EFPD: ¿Y el más grande de la historia del Madrid quién es?
J: Zidane

EFDP: ¿Y el mejor de todos los que hayas visto?
J: Del Madrid, lógicamente Zidane. Del resto, nadie como Maradona

EFDP: Háblame de la cantera del Madrid
J: Es una fábrica de soldados para el enemigo

EFDP: ¿Algún jugador especial para tí?
J: Gica Hagi me hizo vibrar

EFDP: ¿Por qué se critica a Guti?
J: Porque es mucho talento desperdiciado

EFDP: ¿Y por qué se adoraba a Makelele?
J: Porque sus virtudes venían muy bien al Madrid

EFDP: ¿El error fue venderle o no buscarle sustituto?
J: No creo que los principales problemas del Madrid derivasen de ahí

EFDP: ¿Y cuál fue, entonces, el gran error de Florentino?
J: Su ego. Se enamoró de sí mismo

EFDP: ¿Y su gran virtud?
J: Su dinero y, como consecuencia, su gran poder y extenso abanico de influencias

EFDP: ¿Cuál es tu opinión sobre Ramón Calderón?
J: Que no me gusta

EFDP: ¿Qué cambiarías, pues, del Madrid actual?
J: Bufff. Tantas cosas que no sé ni por dónde empezar

EFDP: ¿Y qué echas de menos?
J: Humildad

EFDP: La Quinta del Buitre fue...
J: Una gran hornada de futbolistas

EFDP: Y Raúl significa...
J: Es historia viva del Real Madrid

EFDP: ¿Butragueño o Raúl?
J: Raúl

EFDP: ¿Michel o Figo?
J: Figo

EFDP: ¿Martín Vázquez o Zidane?
J: Zidane

EFDP: ¿Sanchis o Sergio Ramos?
J: Sanchís, de momento

EFDP: Y Sergio Ramos ¿Central o lateral?
J: Lateral

EFPD: En la comparación con Fernando Hierro sale...
J: A día de hoy, nadie en España ni en el Madrid, ha alcanzado su nivel

EFDP: ¿Te atreves a confeccionar una alineación histórica del Real Madrid?
J: Casillas, Sergio Ramos, Hierro, Sanchís, Roberto Carlos, Redondo, Figo, Juanito, Zidane, Raúl y Santillana. Obviamente, sólo puedo apostar por jugadores que he visto

EFDP: ¿Y la alineación ideal con la plantilla actual?
J: Eso mejor se lo dejo a Schuster

EFDP: ¿Schuster o Capello?
J: Ninguno de los dos

EFDP: ¿Y Del Bosque?
J: Tampoco

EFDP: ¿Del Bosque hizo del Madrid un gran equipo o el Madrid convirtió al Del Bosque en un gran entrenador?
J: Ambos se necesitaban y ambos se aportaron mutuamente

EFDP: ¿Triunfaría Del Bosque como seleccionador?
J: Tal vez. No creas que estoy muy seguro

EFDP: ¿Raúl Selección?
J: A día de hoy, no

EFDP: ¿Real Madrid o Selección española?
J: La verdad es que ahora no me llenan demasiado ninguno de los dos

EFDP: Cuando gana el Barça sientes...
J: Admiración

EFDP: ¿A qué jugador del Barça ficharías para el Madrid?
J: A Messi

EFDP: Y de cualquier otro equipo, si tuvieses un cheque en blanco ficharías a...
J: Sigo diciendo que a Messi

EFDP: ¿Jugará Kaká en el Madrid?
J: Seguramente sí, porque con dinero se consigue prácticamente todo

EFDP: ¿Volveréis este año a Cibeles?
J: Tengo el presentimiento de que no

EFDP: ¿90 minutis en el Bernabéu son molto longos?
J: Gracias a Dios, aún lo siguen siendo

EFDP: Muchas gracias, crack. Un abrazo
J: Un placer contribuir, Pablo. Un abrazo

jueves, 22 de noviembre de 2007

El nacimiento de la madre de las mejores leyendas

En el mismo año en el que en nuestro país se tambaleaba la monarquía de Alfonso XIII y la dictablanda del general Belenguer terminaba por hastiar a un pueblo sediento de cambio, al tiempo que Lauste y Laudet, dos vecinos franceses, dotaban de sonido al cine y el volcán Strómboli (tubo de escape en la novela de Verne "Viaje al Centro de la Tierra) entraba en erupción, mientras el mundo intentaba curar la herida que el puñal de la crisis había producido en el corazón de Wall Street; las tierras adyacentes al Río de la Plata engalanaban su ánimo y su sonrisa en víspera de celebrar el primer campeonato mundial de fútbol.

Fue un mundial sin sorteo previo. Sin sorteo, ni fase de clasificación, ni siquiera con certeza de disputa, puesto que fueron muchos los participantes que a última hora se bajaron del carro, bien por falta de presupuesto para afrontar un viaje a través del Altántico o bien a modo de protesta por la elección a dedo del país organizador. De esta manera, el sorteo de grupos y la confección del campeonato fue realizado apenas dos días antes del comienzo del mismo, por lo que la primera premisa fue la de estar seguros de que todos los inscritos de manera definitiva hubiesen embarcado en Montevideo. Con la certeza bien documentada, se realizaron los preparativos y se organizó un campeonato que, con los años, fue ganando en prosperidad y entusiasmo.

Para una ocasión tan inigualable no podía faltar una pelota facilmente distinguible. El balón fabricado para el mundial era de color marrón oscuro, al estilo de las pelotas clásicas, formada por gajos rectangulares unidos en una costura exterior de nylon fuerte. Las costuras, más propias de la tortura que de un juego, hacían que cabecear el cuero fuese más un acto de masoquismo que un intento por prolongar la jugada; para ello, muchos futbolistas optaron por jugar ataviados por una boina a la que, los más pícaros, rellenaron de cartón. Algo así como "mens sana in cabeza sana".

El día catorce de julio, mientras la lejana Francia celebraba el aniversario de su más célebre revolución, el defensor rumano Steiner pasó a formar parte de la historia más triste de los campeonatos del mundo. Durante el partido en el que su selección venció a la de Perú por tres goles a uno, el peroné de su pierna derecha hizo crack y se convirtió, de esta forma, en el primer lesionado de gravedad en la historia de los mundiales. Como en aquella época no había lugar para los cambios, Rumanía hubo de aguantar el resultado de forma heroica, con sus diez valientes efectivos sobre el terreno.

Como todo gran acontecimiento, el campeonato también tuvo su particular obra majestuosa. Esta no fue otra que la construcción de un gran estadio en el límite de Montevideo. Le bautizaron como "Centenario" y los años lo han convertido en templo y gloria del deporte. Pese a la extraordinaria rapidez en su construcción, la inauguración llegó más tarde de lo previsto; unos culparon a las lluvias y otros a la mala planificación, pero mientras la burocracia expedía los últimos trámites para su estreno, eran los estadios de Pocitos y Parque Central los encargados de albergar los primeros partidos del torneo. Cuando se abrió al público por vez primera, el cemento estaba tan fresco que los visitantes pudieron grabar sus nombres para la posteridad y las obras estaban tan inacabadas que, mientras los futbolistas cambiaban su traje de calle por el de faena en el corazón del vestuario, se vieron obligados a ser testigos del trabajo de los afanados obreros mientras sacaban a la calle los últimos sacos de cemento y las últimas bolsas de escombro.

El día veintiuno, mientras Rumanía repetía presencia, esta vez frente al aclamado anfitrión, el público preesente tuvo la suerte de asistir a una de las más célebres exhibiciones de la historia del fútbol. Poco después de haber anotado el tercer gol, uno de los delanteros uruguayos cayó al suelo para ser atendido, en pleno terreno de juego, por el masajista local. Los rumanos estaban tan exhaustos que no tuvieron tiempo ni para protestar, pero más curioso resultó, aún, ver como, durante el tiempo que duró esta asistencia, el medio Anselmo anotaba el cuarto gol para los locales. Lógicamente, y vista la pasividad de los rumanos, no iban a ser los charrúas quienes protestasen la irregularidad del incidente.

Cuando Argentina certificó su pase a la final, medio país se agolpó en los puertos adyacentes al Río de la Plata. Los que no tuvieron la oportunidad de cruzarlo, tuvieron que conformarse con la imagen sonora de su transistor para seguir las evoluciones del encuentro. En la Avenida de Mayo, frente a la Casa América, el propietario de un negocio de comunicaciones tuvo el ingenio de sacar un par de parlantes a la calle y sintonizar el partido para todo Buenos Aires. Lo que en principio había sido una singular idea, terminó por convertirse en una enfervorizada manifestación de ánimo. La avenida tuvo que ser cortada y los guardias de seguridad se vieron obligados a hacer acto de presencia ante la pasión generada por la multitud. Nadie se atrevió a hacer cuentas de lo que la locura colectiva hubiese podido generar con una victoria argentina en aquella final.

En el camino hacia aquella final, Argentina había tenido un movido enfrentamiento frente a la selección francesa. Lo curioso de este partido es que terminó seis minutos antes de cumplirse el tiempo reglamentario. Cuando el delantero galo Langiller encaraba en solitario el marco argentino, el público local, deseoso de una rápida eliminación argentina, ocupó parte del terreno de juego presa de los nervios y el ánimo exhacerbado. Ante el asombro generado por el acontecimiento, el árbitro brasileño Almeido Rego optó por suspender la contienda y dar validez al uno a cero que indicaba el marcador. Y fue entonces cuando se desató la guerra. La afición invadió el campo, los jugadores hubieron de huir despavoridos y uno de los jueces de línea se vio obligado, amilanado por las amenazas, a convencer al árbitro para que decretase la reanudación del partido. Los jugadores argentinos, ya con un pie en la ducha, alegaron que su futbolista Roberto Cherro había sufrido un desmayo víctima de la tensión, por lo que no estaban en condiciones de regresar al césped en situación de igualdad. El árbitro se refugió en su caseta, el partido se decretó como finalizado y la situación terminó por enfriarse y convertirse en anécdota.

De cara a la final, toda Argentina confiaba en su director de orquesta Luis Monti. Monti era un tipo fuerte, de los que no se escondían y confiaban en su condición física para hacer relucir ante el mundo el brillo de su talento. Argentina resistía en la cima con los goles de Stabile, la clase de Varallo y Ferreira y, por encima de ellos, la presencia en comandancia del centrocampista Monti. Como durante un amistoso disputado un par de años antes, el bueno de Monti la había emprendido a puñetazos con el ídolo uruguayo Lorenzo Fernández, la expedición argentina atribuyó las amenazas recibidas como el comportamiento vengativo de algún aficionado lunático. Pero Monti sabía que detrás de aquellas amenazas de muerte había algo más que la promesa de un hincha enfervorizado. A Monti no le dejaron dormir durante las dos noches precedentes a la final, a Monti le obligaron a jugar el partido más importante de su vida cohibido por el miedo y arrugado por las voces de ulterior. En el campo, sus compañeros clamaban al cielo para que Monti recuperase el espíritu y en la grada, dos desconocidos italianos llamados Marco Scaglia y Luciano Benetti sellaban una corta conversación con una sentencia firme: "Dentro de noventa minutos sabremos si tendremos que matarlo a él, a su madre u ofrecerle mucho dinero para ir a jugar a Italia".

Y es que detrás de las amenazas recibidas estaba escondida la mano y la palabra de Benito Mussolini. Su plan resultó tan maléfico como eficaz a la postre; Argentina debía ser derrotada y Monti debía convertirse en culpable. Argentina salió derrotada y Monti regresó a su país como un cobarde. Tras varios días de maltrato y menosprecio, aceptó una sorprendente y "casual" oferta para ir a jugar a Italia y cambiar su tristeza por prosperidad. Cuatro años después, Luis Monti saltó al campo como un italiano más, después de culminar su nacionalización, y cumplió el sueño de convertirse en campeón del mundo ataviado, esta vez, con la zamarra azurra transalpina.

Para que nos hagamos una idea de la "importancia" que tenían los entrenadores en aquellas primeras fechas futbolísticas, podemos hacernos eco de las palabras postreras, pronunciadas por dos de las estrellas del campeonato. Treinta y seis años después de celebrar su victoria, el exquisito interior Pedro Cea le contó a un periodista alemán que "la mayoría de los entrenadores, entre los que incluyo a Suppici (profesor de educación física y técnico uruguayo en 1930) son unos charlatanes. El entrenador tiene en el desarrollo del juego menos influencia que el peor de los jugadores, cuánto más habla de tácticas más perjudica al equipo". Por su parte, Francisco Varallo, extraordinario filtrador argentino confirmó que "Cuando fuimos al mundial de Uruguay, de director técnico vino Francisco Olázar, pero los que armaban el equipo eran Ferreira, Monti, Zumelzú y Cherro. El consejo más importante que nos dió fue que no comiéramos sandwiches de salami antes de los partidos".

El resultado de la final fue celebrado con dosis opuestas de desencanto y desenfreno en las dos orillas del Río de la Plata. En el lado argentino rebrotó la violencia de otras decepciones y la embajada uruguaya sufrió las iras del pueblo. Uruguay, por su parte, tras estar al límite de romper relaciones diplomáticas con su vecino, se convirtió en una auténtica algarabía. La gente inundó las calles con consignas victoriosas, las gargantas rebrotaron en cientos de cánticos en honor al campeón y el gobierno entendió tanto el valor de aquella victoria que declaró el treinta y uno de julio como día de fiesta nacional.

martes, 20 de noviembre de 2007

La palabra callejera de un siglo de fútbol

El periodismo deportivo ha contado con multiples personalidades a lo largo de su historia. Algunos, eruditos de la táctica, murieron en el recuerdo por el aburrimiento de lo obvio. Hubo otros que dibujaron los trazos de la historia como si de un ensayo se tratara. Solamente los que supieron estudiar el fútbol como un concepto de la vida, pasaron al recuerdo con la etiqueta de inolvidables. En este escalón del podio encontramos la figura de Luis Alfredo Sciutto.

Galardonado con la Orden al Mérito Deportivo por la contribución de su palabra a las gestas del deporte, Sciutto fue mucho más que un narrador de crónicas. En sus artículos quedaron grabadas notas de leyenda y desde su particular rincón de "Clarín" desfibrilaba cada aspecto de la vida como si en cada partido de fútbol hubiese estado presente el espíritu de lo imperecedero. Acabado el partido, el público aplaudía el esfuerzo y esperaba, alma en vilo y puño apretado, la columna del día siguiente. Desde "Minuto 91", Luis Alfredo desgranaba cada detalle con la minuciosidad del cirujano y la sensibilidad del poeta.

Tras su muerte, acaecida en 1999, el periodismo mundial quedó huérfana de su letra más sensata y arrebatadora, de la ilusión más profunda por contar el éxito de un gol, del testigo directo de todos y cada uno de los mundiales disputados durante el siglo XX. Un amante del tiempo y un obcecado ideólogo de la libertad, dolorido ante las pretensiones capitalistas de la sociedad y nostálgico empedernido.

En su puño quedaron marcadas las muescas de una infancia tormentosa en las callejuelas junto al arroyo Quita Calzones, en el corazón del viejo Montevideo. Su letra quedó impregnada de la sabiduría callejera y en cada chorro de tinta derramada dibujó el paisaje de jugadas inolvidables. Y es que Sciutto pudo representar al fútbol, lo que Alfonso Navalón al mundo de los toros; el ingenio impagable del que cuenta las cosas mejor aún de como sucedieron. Y es que, como Navalón, Sciutto también fue cocinero antes de fraile. Cocinero de alta escuela según quienes le conocieron, centrocampista buscador de sueños según su palabra inmortal; medio defensivo, titular indiscutible en Nacional de Montevideo e internacional ocasional por Uruguay hasta que el menisco de su rodilla derecha dijo basta y en sus frustraciones se vio obligado a cambiar el balón por la pluma. El fútbol perdió un stopper de primera y el periodismo ganó un reportero de categoría especial.

Aunque criado y macerado en Montevideo, la pluma de Sciutto se consagró en la cosmopolita e invocadora Buenos Aires. Allí pudo disfrutar del arte de Arsenio Erico y Bernabé Ferreira, desde allí pudo acalorar su ánimo ante las majestuosas exhibiciones de La Máquina de River, las estiradas de Carrizo, la infinita astucia de los cara sucias, la progresión del mariscal Perfumo. Luis Alfredo Sciutto siempre acompañaba con paciencia el nacimiento y la muerte del mejor de los acontecimientos. Después, el lo explicaba mejor que nadie.

El frío de la infancia aplomaba sus desacuerdos, su espíritu aventurero aparecía para fundar diarios y opiniones, su sabiduría callejera le ayudaba en los peores momentos. Corresponsal de guerra en Europa, liberador de anarquistas en Uruguay y testigo directo de cientos de rencillas en el bajo Montevideo, de Sciutto se puede concluir que fue el periodista que todos hubiésemos deseado ser.

Porque vio la muerte tras un fusil de la falange española y vivió para contarlo, porque fundó el diario Clarín y apostó una vida en su progreso, porque dejó para la posteridad más de mil crónicas inolvidables y nunca dejó de amar el fútbol, porque soñó victorias y estuvo allí para celebrarlas, porque estuvo allí donde quiso y en cada lugar depositó un trocito de su prosa, porque fue periodista y le reconocieron como artista. Porque vivió. Porque existió. Porque fue irrepetible, nadie podrá olvidar jamás la figura de aquel a quien, un día, el dibujante Guevara bautizó con el inmortal sobrenombre de Diego Lucero.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Intranquilidad

Igual que nos ocurre a nosotros cada mañana, meros espectadores de la sociedad, el fútbol se despierta con notas de intranquilidad e impaciencia. El desayuno matutino sigue siendo un no sé que pasará y un ojalá constante. El fútbol, como la vida, no escapan al asombro de las sorpresas y es por ello que un día más abrimos el diario y nos encontramos con tantas indecisiones como deseos son los que proponen nuestras líneas cotidianas.

España se juega la clasificación para la Eurocopa en un Bernabéu que nunca falla. Después de todas las imprecisiones, salidas de tono y excentricidades de nuestro combinado, aún tenemos al alcance, no solo el pase, sino, también el liderazgo del grupo. Para mí, la elección del estadio es idónea siempre que el público sea consciente de que jugamos para escribir una nueva página de nuestro paupérrimo currículum. Y es ahí donde debe residir la gran duda de Luis, porque si el partido, como todo el mundo se teme, pasa de ser un acontecimiento para convertirse en un plebiscito en torno a Raúl, la única perjudicada será la selección.

En la portería estará Iker. Mareado por los rumores, no sabemos si tendrá la cabeza puesta en su cuenta corriente o en la portería que tantas veces y de forma tan excepcional ha defendido. Yo no dudo de él. Creo que el aficionado madridista tampoco. Más duda genera una oferta que parece más un globo sonda que una propuesta formal de matrimonio. Porque en la mayoría de los procesos previos al último gran contrato, siempre sobrevuela el runrrún de un posible amante furtivo que casi siempre deja más un tufillo a ficción que a realidad.

El centro del campo lo ocuparán tres tipos de la Masía que ahora les han dado por llamar jugones. Dejando atrás las derivaciones del término nos centraremos en la capacidad de rendimiento. De Cesc sabemos que está como un tiro, de Iniesta sabemos que está con ganas de convertirse en pilar fundacional de un nuevo proyecto y de Xavi sabemos que no está. Mal momento para ellos lo de jugarse la última carta en un momento en el que acecha el recelo sobre su conducta en el campo. Las críticas acechan tanto a la plantilla del Barça que ya sobrevuelan sondeos en los que se suplica el regreso del otrora traductor Mourinho. No me gusta dudar de quien acumula un palmarés tan excelso, pero si el portugués aterrizase en el Nou Camp, el principal patrimonio del Barça, su nota de distinción; una maravillosa manera de jugar al fútbol, correría serío peligro de extinción.

Otro que atraviesa un periodo de dudas es el Atlético. Desde arriba se hace saber que no abrirán el talonario de cara a diciembre porque eso sería echar al traste la opulenta inversión veraniega, y sin embargo han tardado dos minutos en filtrar nombres de cara a la próxima temporada. Eso, sí señor, se llama confiar en un proyecto.

Y en un proyecto nuevo anda el Valencia. En dos partidos, Koeman ha perdido la Champions y se ha subido al carro perdido de la liga. Como en esta ciudad, los fatalismos y los presagios se multiplican por dos, basta una pequeña victoria para empezar a exigir un título. Para un equipo en contínua reconstrucción, una victoria no apaga ningún fuego pero al menos sirve para instaurar tranquilidad, aunque me temo que Mestalla no termina de conocer el significado de esa palabra.

¿Y dónde ha quedado ahora el prometedor proyecto del Zaragoza? Cuando el verano comenzó a repartir nuevas camisetas, todos nos apostamos un café a que el equipo maño daría guerra a los de arriba. Por ahora, las únicas guerras que ha vivido son internas y la cabeza de Víctor, antaño adorado y añorado, pende del único hilo salvador en el mundo del fútbol: un par de buenos resultados. Como el juego del equipo va en la misma progresión negativa que la actitud de los futbolistas, la afición comienza a mosquearse, porque una cosa es ver como tu equipo juega mal y otra, muy diferente, comprobar que se cachondean de tu persona. Es duro ser aficionado.

Como muy duro debe ser, ahora, tener el corazón pintado de los colores azul y blanco de la Real Sociedad. Aquel equipo que en mi infancia ganaba ligas y admiraciones, se muere de dejadez. Entre unos y otros, han utilizado al club como trampolín para sus logros personales y ahora que se queda vacío de poder y de objetivos empiezan a correr malos presagios y rumores. Unos piensan que la solución está en casa y otros que la solución está en China. Sea como fuere, la solución a la Real Sociedad sigue estando donde siempre, en Zubieta. Cuando dejaron de fabricar De Pedros para fichar a Rossatos, el equipo comenzó a morir de mediocridad.

Y en pleno proceso de mediocridad y desvirtuación se encuentra la Copa del Rey. A nuestro trofeo más antiguo y apasionante le han robado la emoción y la incertidumbre. Durante unos pocos años nos hemos hecho cómplices de las hazañas de los clubes humildes mientras esbozábamos nuestra más cariñosa sonrisa. Ahora no hay oportunidades para los chicos. Villar ha prostituído la Copa en favor de los poderosos y a lo único que pueden aspirar los equipos pequeños es a ver de cerca a sus ídolos y a recaudar una buena taquilla. Nos gustaban más las sorpresas, los carruseles de emoción y las infartantes tandas de penaltis. Y nos gustaría, sobre todo y de una puñetera vez, que el campeón de Copa obtenga el premio de jugar la Champions. Denle prestigio a la Copa, por favor.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Yo no me quedo como estoy

Para los que miran más hacia su ombligo que a los ojos de la gente y tratan de mantener intacta su imagen frente al clamor social, lo de realizar ejercicios de coherencia les cuesta tanto como admitir el despropósito de sus errores. Cuando ven que el agua se eleva hacia su cuello dan un giro a la tuerca de la demagogia y ponen en boca de la opinión pública un puñado de valores sin contrasentido.

En la plantilla del Atleti de este año, amen de mucha calidad, hay tanta incoherencia que hasta duele verle jugar en el alambre. En un ejemplo de clara desconexión con la grada, nos venden el traspaso de Torres como un negocio necesario para un club que se arruína ¿Pero quién lo arruína? Quizá los mismos que, temporada tras temporada, se empeñaban en derrochar el dinero en fichajes de poca monta (lease De los Santos, Sosa, Nikolaidis, Richard Núñez...), y como ya no les quedaban más miserias a las que acudir, decidieron, en dos operaciones histriónicas, vender la bandera y el estadio.

Lo de la bandera (lease Torres), quedó algo ensombrecido por el fichaje, a modo de sustitución, del contrastado Forlán; bota de oro y goleador de garantías. Pero en la venta del Calderón queda tal tufillo a negocio negro que dudamos si la sonrisa de Cerezo en su presentación ante el alcalde significaba más un paso hacia adelante en el futuro del club o la satisfacción creciente ante el conocimiento de un bolsillo lleno y unas manos manchadas de indignidad. Y no es que querramos decir que el Atleti no necesite la inversión para crecer o que al Atleti no le vayan a venir bien las nuevas infraestructuras, porque bien puede que sea así. Simplemente, es que no nos fiamos.

El siguiente paso fue de confección. Se dice que García Pitarch es la cabeza visible en materia de fichajes. Adelantada cabeza la de este hombre. Como el equipo cojea tanto en la parte trasera como una trébede de dos patas, al único hombre que se le ocurre colarnos es a un tal Fabiano Eller que solamente entiende el ejercicio defensivo como un concurso de patadas, "a ver quién pega más", por supuesto que él las gana todas. Y además ocupa plaza de extranjero. Y como el equipo adolece tanto de la figura paternal del distribuidor que todas las juegue y todas las proponga, nos cuela a un tal Cleber Santana que de jugar al fútbol puede saber lo mismo que algún pobre ciudadano de segunda B que sigue esperando en la miseria la oportunidad que a otros les regalan. Y además ocupa plaza de extranjero. Tiene bemoles que en veinte años de gilismo no hayan sido capaces de fichar a un solo jugador brasileño de calidad cuando la historia y el presente se empeñan en afirmarnos que los hay, los ha habído y los habrá a millares. El único bueno que tuvieron se llamaba Alemao y tardaron dos meses en venderlo.

¿Y Reyes? ¿Qué pasa con Reyes? He aquí el auténtico misterio de la santísima trinidad vestida de rojiblanco ¿Realmente el chaval quería jugar en el Atleti? Deshechado del Arsenal por sus declaraciones y deshechado del Madrid por su rendimiento, Reyes llega al Atleti como una demostración más de lo rocambolesca que puede llegar a ser nuestra directiva. Durante el verano anterior, el extremo nos mostró su patita, como hacía el lobo feroz con los tres cerditos asustados, y cuando creímos alcanzar la golosina, su maniobra terminó con una sonrisa de oreja a oreja, una camiseta blanca pegada al pecho y el aficionado atlético con dos palmos de narices. Para un puesto en el que se insistió en Quaresma y se contrató a Simao (notable la diferencia) y para el que, además, se había recuperado a Luis García ¿Realmente hacía falta fichar a Reyes? El chaval tiene condiciones, es veloz y tiene un guante en la pierna izquierda, pero carece de voluntad. Puede ser porque se sienta caldo de segundo plato o puede ser porque siente lejana la competividad. El caso es que el chico no rula y la grada se desespera.

Y así estamos hoy, como en años anteriores, con más dudas que realidades y menos puntos de los que queremos. Con un portero inseguro y sin un suplente de garantías que le sepa hacer morder los hilos de la competencia (esa otra de la que se puede hablar largo y tendido), con una defensa que hace más aguas que un tsunami, con un centro del campo donde Raúl García tiene que hacer de él y de tres más, con dos extremos dudosos y con el ingenio impagable de un pequeño fenómeno que no sabemos cuánto nos durará. Guardareis silencio y susurrareis en bajito esa frase que tantas veces me han dicho y ante la que tan molestamente reacciono: "Es que el Atleti es así". Y dale perico al torno. No, el Atleti no es así. Otra cosa es lo que se hayan empeñado en hacernos creer.

El caso es que después de tanta fanfarria, tanta alabanza, tantas portadas y tantas promesas, miramos la clasificación y comprobamos que estamos con los mismos puntos y un puesto por debajo de lo que marcaba la competición la temporada pasada a las mismas alturas. Y es aquí donde yo me levanto y me propongo darle un puntapié al trasero del vocabulario popular porque; Virgencita, yo no me quedo como estoy.

lunes, 12 de noviembre de 2007

La victoria del país que soñó ser libre

Existen acontecimientos que quedan grabados a fuego en la memoria de cualquier buen aficionado al fútbol. En el mismo año que Pedro Almodóvar estrenaba su polémica obra "Matador" y la URSS se felicitaba y estremecía a la vez al ver volar por los aires su estación MIR y su central nuclear de Chernobyl, poco después de que las fuerzas militares peruanas asesinaran a más de trescientos guerrilleros de Sendero Luminoso y antes de que el ciclón Wayne arrasara el semi recompuesto estado de Vietnam, a un pequeño jugador de fútbol llamado Diego Armando Maradona le dio por explicarle al mundo las dos caras del espectáculo futbolístico. Primero sacó una mano prestada por Dios para poner por delante a su equipo y poco después se inventó un recorrido tan memorable que, más de veinte años después, seguimos reflejando, fotograma a fotograma, en el umbral de nuestro recuerdo más sonriente.

Pero aquel mundial de 1986, Maradona aparte, nos dejó otra serie de pequeñas historias que se reencuentran hoy con la memoria colectiva de todos los que amamos el fútbol. Una de ellas arrancó en un fracaso fraguado en 1983 y que tuvo como protagonista posterior a la indumentaria de la selección argentina, fabricada, por aquel entonces, por la marca francesa "Le Coq Sportif". En un clamoroso choque de culturas, el seleccionador Bilardo suplicó a los franceses que incluyesen un bolsillo en la parte trasera de cada pantalón suministrado. La idea venía de lejos; durante la Copa América celebrada en Ecuador tres años atrás, el entonces seleccionador argentino, Miguel Ángel Russo, había depositado varios trozos de limón junto al arco del meta Pumpido. La misión era que cada futbolista argentino mascase, durante el partido, un pedazo de limón para, con la saliva obtenida, poder escupir con mayor holgura a sus rivales. En un acto de generosa envidia, los jugadores ecuatorianos robaron los limones y los argentinos se quedaron sin argucia ¿Solución? Como Bilardo entendía tanto de ilicitaciones como de motivaciones, sugirió la idea de un bolsillo en la parte trasera del pantalón para que sus chicos pudiesen portar, a modo individual, su trocito de limón. No fue posible, los franceses, tan gallardos y deportivos ellos, negaron su súplica a Bilardo. Menos mal que el cabezón terminó por concienciarse de que un solo Maradona valía tanto como todas las plantaciones mundiales de limoneros.

A los belgas, antes de obtener su mejor clasificación histórica, ya les habían tocado las narices antes de la aparición de Maradona. En el partido de preparación de cara al campeonato en el que se enfrentaron a la Universidad Católica de México, un choque, unos dicen que a propósito y otro que fortuíto, entre el meta local y el punta Claesen, terminó con este último en la enfermería y con más de viente jugadores repartiendo puñetazos y patadas sin balón por el medio. La calma la impuso la policía y la diosa fortuna se alió, a posteriori, con los belgas para eliminar a una Rusia superior y a una España lanzada. Menos mal que cada ciudadano y jugador belga terminó por comprender que ante Maradona no existen tratos válidos con la diosa fortuna.

Y mientras todo el pueblo argentino rendía culto a su Dios futbolístico todopoderoso, la diócesis de Monterrey, sede donde disputaba sus partidos las selección local, fijó sus horarios de misa a una hora no superior a las once de la mañana. Y es que ni la iglesia estaba dispuesta a que ni un solo compatriota y ni siquiera su Dios celestial, se perdiese ni un solo minuto de los partidos que iba a disputar la selección de México.

Una de las hazañas más recordadas de aquel mundial la protagonizó el equipo marroquí. Para un país donde el profesionalismo aún no había parado su locomotora de pasiones, alcanzar los octavos de final y jugarse el tipo en un cara a cara con la todopoderosa Alemania, significaba un hito sin ningún tipo de precedentes. Para que cada uno de los futbolistas marroquíes entendiesen lo que significa la palabra motivación, el rey Hassan II prometió un casa a cada jugador por conseguir lo imposible. Marruecos jugó un partidazo y su portero, Ezaki Badou, se ganó el contrato de su vida, pero lo imposible no pudo ser posible, entre otras cosas porque por allí pululaba un centrocampista de larga zancada y aliento incansable llamado Matthaeus. El alemán lanzó una falta desde su casa y mientras celebraba el gol, cada jugador marroquí despertaba de su sueño pero firmaba con letras de oro la primera gran gesta futbolística de un país que no ha dejado de crecer.

Cuando el campeonato firmó su última vuelta de honor y Maradona recogió la copa de manos de Joao Havelange, toda Argentina se echó a la calle. De su última celebración mundial recordaban la locura colectiva y el ejército guardián en cada uno de los rincones de fiesta. Aquella victoria, sin embargo, había llegado con la democracia y desde el balcón de la Casa Rosada de Buenos Aires, Maradona festejó su milagro perpétuo, Alfonsín recordó que la democracia también se montaba en la grupa de la victoria de su selección y Valdano entendió como lógico que el pueblo argentino utilizase el fútbol como vía de manifestación porque había sido una victoria "sin remordimientos, sin partidos políticos confiables, sin sindicatos representativos y sin organizaciones intermedias desarrolladas". El fútbol, como siempre, por encima de todas las cosas.

El espíritu competitivo de aquel equipo se mantuvo en vilo durante cuatro años más. Esperaba, y esperó, Italia, pero esa, como tantas otras, sigue siendo otra historia.

jueves, 8 de noviembre de 2007

El Fútbol de Álvaro

La mejor temporada del “Submarino Amarillo”

Fueron los dos años más gloriosos de la historia del Villarreal.
Temporada 04/05. Manuel Pellegrini entrena al conjunto amarillo. Tras quedar octavos en la Liga en el año anterior, el submarino amarillo busca hacer algo más que luchar por la UEFA.

Y poco a poco lo van consiguiendo. Esa temporada fueron, junto al Barça, el equipo que mejor fútbol hacía de España. Iban al ataque y no se arrugaban. Además, si marcaban un gol, no se echaban atrás, sino que iban a por el segundo. Fue la mejor etapa de este club. El año del fichaje de Diego Forlán, que a la postre acabaría pichichi y Bota de Oro, superando a Eto'o e igualando a Henry como máximo artillero continental. 'Diegol' y Riquelme formaron una dupla atacante temble, de las mejores de la Liga también. Poco a poco el cuadro de Pellegrini se fue afianzando entre los cuatro primeros, hasta que al cabo de la temporada, se dieron cuenta de que estaban en el tercer puesto.

Temporada 05/06. Era el primer año de la historia del Villarreal en la que el equipo amarillo disputaba la Copa de Europa. Principiantes, aquellos en los que nunca se confía -o al menos pocas veces-.
El submarino no tuvo suerte –al menos a priori- con el sorteo de la fase de grupos. En el colectivo, a parte de los villarrealenses, se encontraban el todopoderoso Manchester United, el Benfica y el Lille francés.
Con tan solo tres tantos en los seis partidos de liguilla, el Villarreal pasaría a octavos como primero de grupo.

El primer encuentro de Champions de toda su historia no pudo ser contra un rival más prestigioso: el United de Rooney, Cristiano Ronaldo, Scholes, Ferguson y compañía. Empate sin goles en un partido muy aburrido. El Manchester, desconocido, no dio más de sí frente a un Villarreal muy peleón.
En la segunda cita, otro empate a 0. Esta vez frente al Lille. El primer punto lo sumarían tras empatar a 1 con el Benfica en El Madrigal. En el estadio de Da Luz, lograrían su primera victoria por 0-1. Golazo de Marcos Senna desde 35 metros con la decisiva colaboración del arquero portugués. En Old Trafford empatarían 0-0, mientras que en la última jornada de la fase de grupos, un 2-1 frente al Lille les colocaba primeros y pasaban a octavos de final.

Era un sueño. Un equipo debutante que pasaba a octavos como primero de grupo. Entonces, los jugadores –y la afición- del Villarreal pedían a gritos que en la siguiente ronda les tocase el Glasgow Rangers, a priori, el equipo más vulnerable. Parece que algún ser superior oyó a los jugadores amarillos en el vestuario después del partido contra el Lille cantar el “Glasgow, Glasgow Rangers, ¡Rangers!”. Los escoceses para octavos. Un nuevo obstáculo queda por superar.

Y llegó el día. En Ibrox Park el Villarreal sacó un valiosísimo empate a 2. Riquelme de penalti, y Forlán daban vida al submarino. Gonzalo Rodríguez en propia puerta en la recta final del encuentro dejaría sin los tres puntos al Villarreal. A pesar de todo, lograron sacar un empate que sabía a victoria de cara al partido de vuelta. 1-1 En Vila-Real. Loverkands marcó pronto por los visitantes, mientras que Arruabarrena logró empatar en la segunda mitad para que su equipo entrara en cuartos de final.

Un sueño que poco a poco se iba haciendo realidad. La afición no podía creérselo, como veían que su equipo avanzaba en la Copa de Europa como si del Milan se tratase.
En la siguiente fase les sería un poco más complicado. Cayeron emparejados con el Inter de Mancini.
La ida se disputó en Italia. El Inter venció por 2-1 al Villarreal. Forlán adelantó a los amarillos en el minuto 1’, mientras que Adriano y Martins culminarían la remontada. A pesar de la derrota, buenísimo resultado para un Villarreal que afrontaría la vuelta con más ilusión que nunca...

...Y el Villarreal cumple. 1-0 con gol de Arruabarrena. Excepcional Riquelme. Ni Cambiasso, ni Zanetti, ni Stankovic ni ninguno pudo con el astro argentino. Se encargó de tomar el timón de su equipo y lo hizo a las mil maravillas. Regates, jugadas a balón parado y magia, sobre todo eso, magia. Estrelló un balón en el poste de falta directa.
En la segunda mitad, el propio Riquelme colgaría un balón blandito al área que Arruabarrena, de espaldas, introduciría en el fondo de las mallas. La locura se apoderó de la afición villarrealense. No se lo podían creer. Con este resultado, estaban entre los cuatro mejores de Europa. Y lo consiguieron una vez más.
Entre lo destacado del encuentro estuvo el codazo de Materazzi a Sorín sin balón y sin nada. Esque perder con un debutante escuece...

El Arsenal para semifinales, el gran Arsenal de Thierry Henry. La ida, una vez más, fuera de casa. Con la ayuda de un árbitro que estuvo totalmente casero durante toda la noche, el Arsenal se llevó una victoria bastante merecida, eso sí. 1-0.
La vuelta, pura emoción. Todos esperaban una nueva remontada de su equipo. El Madrigal estaba lleno a rebosar, y todas las miradas estaban puestas sobre Forlán, y en mayor medida sobre Riquelme. 0-0 Durante todo el partido, con un Villarreal que por momentos hizo disfrutar con su fútbol. Con este resultado estaban fuera. Minuto 89’... penalti a favor del Villarreal, sobre José Mari, bastante dudoso.
¿Quién debía lanzar ese penalti? Estaba claro, toda la responsabilidad recaía ahora sobre Juan Román Riquelme. En su mirada podía notársele cierto miedo de fallar ese penalti, y también el saber que podía conducir a su equipo a la final. Riquelme lanzó a asegurar, a la izquierda de Lehmann. El portero alemán adivinó la intención y detuvo el penalty. El estadio enmudeció, y Riquelme quedó petrificado.

Ahora sí se había acabado. No sé si tendrán tan cerca este sueño alguna vez más en su historia. Aquel día lloré con el Villarreal, no pude evitarlo. Fue lo mejor que viví nunca relacionado con un modesto que quería ser grande, y que lo consiguió por un tiempo. Las lágrimas de Fernando Roig arrodillado en el palco lo decía todo. Desde aquel día cogí afecto a este pequeño, pero gran club.



P.D. Álvaro es uno de los muchos cracks que habitan en la blogsfera. Con tan solo trece años puede darnos muchas lecciones a más de uno. Actualmente administra dos blog: Falta Directa, dónde realiza un exhaustivo y crítico análisis al fútbol cotidiano y La Errata, en el que nos pone al día de los errores contínuos a los que nos somete la prensa escrita. Este estudiante de instituto mantiene intactas todas la ilusiones del joven aficionado, vive en Jérez y desde allí puede animar en la cercanía al equipo de su ciudad y, desde la lejanía, al equipo de sus amores, el Real Madrid. A él le debo agradecer, además, la renovación de la nueva cabecera de este blog.

martes, 6 de noviembre de 2007

Hablando del Atleti con Manuel

Manuel es una de las personas a las que más conozco y de las que más me conocen. No en vano, hemos compartido habitación durante más de veinte años. Además de hermano y confidente, Manuel es periodista y un apasionado aficionado al fútbol. Como el redactor descarado que es, nunca esconde sus colores y de ellos y su pasión por los mismos, charlaremos hoy para inaugurar esta nueva sección de entrevistas.

El Fúbol de Pablo: Buenos días crack. ¿Por qué eres del Atleti?
Manuel: Mi padre y mi hermano son del Atleti, aunque la gente (mis vecinos, mi familia) me dice que quien de verdad me hizo del Atleti fue mi tío, un acérrimo antimadridista.

EFDP: ¿Toda tu familia es atletista?
M: Buena parte. La familia principal, es decir, padres y hermanos, si no son del Atleti son antimadridistas. Mi otro hermano, el que no es del Atleti, era del Madrid de niño, para llevar la contraria más que nada. Luego se hizo más bien antimadridista.

EFDP: ¿Cuál es tu primer recuerdo como aficionado del Atleti?
M: Mis primeros recuerdos me remiten a Futre, Abel, Manolo, Tomás... Cuando era bastante pequeño, los chavales más mayores del barrio me llamaban para que les dijera la alineación del Atleti. Se divertían escuchando a un niño recitar la alineación de un equipo. Empezaba así: "Con el 1 Abel, con el 2 Tomás...". Ya no la recuerdo del todo.

EFDP: ¿Y el mejor?
M: El doblete. El partido frente al Albacete.

EFDP: ¿Y cuál borrarías de tu memoria?
M: El día que no ascendimos en Getafe en la primera temporada en Segunda. Fui a ver ese partido al Coliseum y fue una gran decepción. Necesitábamos un pinchazo bien del Betis o bien del Tenerife (que jugaba en Leganés, es decir, a 5 km). Ambos ganaron. En el camino de vuelta a casa, andando, apenas hablé.

EFDP: Cuando Simeone marcó ante el Albacete sentiste...
M: Que mi equipo era el mejor. Algo que llevaba 12 años esperando y llevo otros once sin sentir.


EFDP: ¿Y cuándo Kiko remató la faena?
M: Que eso era cosa hecha y en cómo me iba a meter en la ducha a celebrarlo, ya que no iba a ir a Neptuno.

EFDP: ¿Se convertirá Agüero en una estrella en el Atleti?
M: Sí.

EFDP: ¿Quién es el mejor jugador de la historia del Atleti?
M: Teniendo en cuenta que he vivido los últimos 23 años de la historia del club, precisamente su peor época, mi elección puede no ser la más correcta. Ben Barek, Escudero, Pereira, Gárate, Futre, Schuster, Kiko, Caminero… Si tengo que elegir uno, apuesto por Ben Barek, que al parecer era un fenómeno.

EFDP: ¿Y el mejor que hayas visto?
M: Futre y Schuster. Pero será Agüero dentro de un tiempo, estoy seguro

EFDP: ¿Algún jugador que para ti sea o haya sido especial?
M: Futre y Caminero.

EFDP: Háblame de la cantera
M: Es uno de los muchos valores que hemos perdido en la ‘era Gil’. Apenas sacamos jugadores para el primer equipo (en el once titular de este año no hay ninguno), ni siquiera como suplentes. El caso de Torres es un ejemplo muy aislado. Si en épocas anteriores la cantera era un buen sustento, ahora lo es si acaso para algunos equipos de Primera y Segunda, y tampoco en exceso. Hasta hace no mucho, las categorías inferiores ganaban las ligas juveniles, etc y el filial daba la cara en Segunda B. El año pasado, estuvo a punto de bajar. Toca replantearse el trabajo con ella. Amorrortu tiene mucho trabajo. La cantera es básica para un equipo que atraviesa la travesía del desierto. Gente que conoce la casa, siente los colores y terminan por ser quienes dan la cara. El Sevilla es el ejemplo a seguir.

EFDP: ¿Por qué se critica a Aguirre?
M: Tengo que reconocer que yo que le defendía pero cada vez estoy más decepcionado con él. No son sólo sus planteamientos, sino sobre todo sus cambios (a menudo defensivos y para aguantar el resultado). El Calderón quiere ver fútbol; no es un tema solo de Aguirre, la cosa viene de bien lejos. El equipo lleva sin jugar bien muchos años y él lo está pagando ahora porque la gente cree que tiene equipo para jugar mucho mejor.

EFDP: ¿Por qué se adoraba a Simeone?
M: Se dejaba el alma en cada partido, fuera del campo se ganaba a la afición con sus declaraciones de amor a los colores, era más atlético que muchos de la casa, o al menos lo parecía…

EFDP: ¿Venderle fue el gran error de Antic?
M: Quizá uno de los errores, pero tampoco considero que fuera decisivo. Además, no creo que Antic en su primera etapa cometiera ningún gran error. Cometió errores, por su supuesto, pero no de grandísimo calibre.

EFDP: ¿Y cuál fue el gran error de Gil?
M: Hacerse presidente del Atleti.

EFDP: ¿Y su gran virtud?
M: Supongo que traer a Futre.

EFDP: ¿Qué opinas sobre Enrique Cerezo y Miguel Ángel Gil?
M: Hacen esfuerzos por confeccionar plantillas competitivas, pero a menudo venden humo y suponen un cáncer desde arriba que contamina a todo el club. Creo que deberían marcharse. Son la continuidad de algo que empezó hace veinte años y que no ha reportado al club grandes beneficios. Al contrario, hemos pasado de ser el tercer equipo de España a ser casi una medianía.

EFDP: ¿Qué cambiarías del Atleti actual?
M: Los que mandan, sobre todo. Ahí hace falta una buena limpia. Cambiaría también el lema del pupas, que está haciendo un daño terrible al club. El Atleti ha sido siempre un equipo ganador, que luchaba con los de arriba hasta casi el final, y a los aficionados más jóvenes cada vez se les ve más identificado con lo del ‘Pupas’, como si eso lo explicara todo. Incluso hasta hace gracia. De la plantilla también cambiaría algunas cosas.

EFDP: ¿Y qué es lo que más echas de menos?
M: Un Calderón vibrando en cada partido.

EFDP: El Atleti del doblete fue...
M: Perfecto.

EFDP: Y Torres ha significado...
M: Una bandera en momentos en los que el club necesitaba algo a lo que agarrarse y la afición algo con lo que ilusionarse. Con el equipo en Segunda y todo el mundo deprimido, Torres aportó alegría e ilusión. La gente empezó a ir al estadio para ver a Torres. Después ha sido la imagen del equipo y quien ha soportado casi todos los palos y también las pocas alabanzas.

EFDP: ¿Forlán o Torres?
M: Forlán.

EFDP: ¿Agüero es Romario?
M: Aún no, pero se le parece, ¡y cómo ilusiona verle de rojiblanco!

EFDP: ¿Riquelme es el jugador que necesita el Atleti?
M: El Atleti es cierto que entre otras cosas necesita un pasador, un centrocampista que sepa jugar al fútbol, pero no uno como Riquelme, sino algo más estilo Deco, por poner un ejemplo. Es mi opinión.

EFDP: ¿Es tan buena como dicen la plantilla de este año?
M: No. Yo le veo más defectos de los que se dicen. La defensa es de la mitad de tabla para abajo dentro de la Liga española, y eso puede condenar al equipo. En el centro del campo hace falta un hombre que sepa jugar, distribuir, calmar… En ataque, eso sí, nada que objetar, creo que tenemos dinamita.

EFDP: ¿Raúl García como pivote o como enganche?
M: Como pivote con llegada.

EFDP: En la comparación con Vizcaíno sale...
M: Es muy pronto para emitir un juicio, pero tiene condiciones para no salir mal parado de la comparación. Pero repito, es pronto.

EFDP: Una alineación histórica del Atleti.
M: Esta va a ser la única que no te conteste ahora, mañana me lo pienso y te lo digo. Así de sopetón… jajaja.

EFDP: ¿Y la alineación ideal a día de hoy?
M: Así a bote pronto… Leo, Seitaridis, Zé Castro, Perea, Antonio López, Motta, Raúl García, Simao, Maxi, Agüero y Forlán. A lo mejor dentro un minuto cambio a dos o tres.

EFDP: ¿Luis, Manzano, Ferrando y Bianchi fueron culpables?
M: No más que los jugadores y la directiva. Cuando traes un entrenador tras otro y todos fallan, se debe empezar a pensar que a lo mejor el problema principal viene de otro lado.

EFDP: ¿Y Aguirre lo es?
M: En la misma medida que los anteriores.

EFDP: ¿Antic hizo del Atlético un gran equipo o el Atlético convirtió a Antic en un gran entrenador?
M: Decir que Antic hizo grande al Atlético sería mucho decir, pues el Atleti ya era grande antes de su llegada. Se podría decir que reanimó a un enfermo, que devolvió al equipo a un lugar que nunca debería haber abandonado. Hay cosas que agradecerle, por supuesto, pero yo no diría que Antic hizo grande al Atleti. Más bien sería lo contrario.

EFDP: Cuando piensas en Luis Aragonés como leyenda viva del Atleti ¿Te duelen los palos que le dan?
M: Si son con fundamento, con razones, no. Me duelen los que dicen que lleva a tal o a cual jugador a la selección porque es del Atleti y que no lleva a fulano porque Luis es antimadridista. Pero en general no me lo tomo como un ataque al Atleti, como los palos a Clemente no eran porque fuera del Athletic ni los palos a Camacho (que fueron menos) porque fuera del Madrid.

EFDP: ¿Qué hubiese sido Raúl de no haber salido del Atleti?
M: Si alguien sabe la respuesta que me la diga, por favor.

EFDP: ¿Atlético de Madrid o Selección española?
M: Atleti.

EFDP: Cuando gana el Madrid sientes...
M: Me voy jodido a mi casa. Si estoy en mi casa, me voy jodido a la cama, o a cenar.

EFDP: ¿Qué jugador del Madrid ficharías para el Atleti?
M: Sergio Ramos.

EFDP: ¿Y si tuvieses un cheque en blanco para fichar a cualquier futbolista?
M: Messi.

EFDP: ¿Volverá Torres al Atleti?
M: Sí.

EFDP: Y la afición ¿Regresaréis pronto a Neptuno?
M: Antes de lo que la gente piensa.

EFDP: La afición del Atleti es...
M: Increíble.

Muchas gracias fenómeno. Un abrazo y hasta otra.