lunes, 18 de junio de 2018

Corazón roto

El Manchester había reinado en Europa en 1968. Con un estilo atractivo y un grupo de jóvenes que habían hecho olvidar la catástrofe que había hundido al club apenas diez años antes, el equipo de Matt Busby se había coronado como campeón de Europa ante el Benfica una dorada noche de primavera londinense.

Los grandes pilares del equipo, Busby aparte, había sido sus tres delanteros. Tan magníficos y tan especiales que la hinchada los llegó a bautizar como "Holy Trinity" (santísima trinidad). George Best era un relámpago con una culebra en la cintura, Bobby Charlton era el cerebro capaz de organizar una jugada de área a área y Dennis Law era un tipo con clase que dejaba escuela en cada aparición cerca del área.

La decadencia del equipo comenzó cuando Busby se sintió viejo y decidió tomarse un descanso. En 1973 Charlton se marchó a la segunda división buscando un retiro dorado y Law cruzó la calle para enrolarse en las filas del Manchester City. Y así llegó el último partido de la temporada siguiente.

El United, acuciado por una crisis de juego y resultados, había perdido toda su identidad. Best seguía en el equipo, pero era una sombra de lo que había llegado a ser y el grupo encaró el derbi ante el rival ciudadano con una premisa imprescindible; no perder. De confirmarse la derrota, el gigante con pies de plomo caería a la segunda divisón y el país entero terminaría echándose las manos a la cabeza después de haber sido testigos de su caída a los infiernos.

Cuando el partido moría y el equipo se agarraba al empate como tabla de salvación, el balón cayó, muerto, a pies de Dennis Law. Cualquier tipo podría haber dejado pasar el momento y permitir que el equipo de su vida se mantuviese en la élite, pero el instinto de gran delantero le hizo taconear la pelota y batir al portero. Las noticias no tardaron en inundar las casas del resto del país. El único equipo inglés campeón de Europa se iba a la segunda división por culpa de un gol anotado por una de sus mayores leyendas. 

Contado así parece demasiado cruel. Basta ver la cara de Dennis Law tras anotar para comprobar cómo, y de qué manera, se le había roto el corazón.

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