jueves, 17 de junio de 2021

Paletos

Que somos un país de quijotes ya quedó claro desde que Cervantes retrató nuestra locura patria en las desvergüenzas de un pueblo que se reía de un pobre diablo. Porque aquí, la fuerza no reside en el grupo sino que se utiliza al grupo para medir las fuerzas y se utiliza la multitud para huir de la cobardía y dejarnos llevar por esa sorna tan sonrojante que nos delata como animosos ventajistas en lugar de como cuerdos analistas.

Empujados por la corriente de opinión nos apuntamos a las modas y nos aprovechamos de la inercia para jugar al pim pam pum con quien sea, porque aquí no hay más leña que la que arde pero a nosotros nos gusta hacer fuego con la madera ajena. Y claro, basta que el ínclito seleccionador haya cometido el pecado capital de no convocar a ningún futbolista del equipo que domina el espectro de opinión del país para que todas las miradas se hayan tornado en su contra y todas las palabras sean aguijones contra su espalda. Lo que no espera es que el tipo, con el lomo curtido y con más valor que intenciones, va a seguir jugando al suicido y se va a pasar por el forro todas las corrientes de opinión porque aquí él es el que manda y nadie le va marcar su hoja de ruta.

España no va a ganar la Eurocopa. Lo siento por el spoiler, pero no lo digo por el simple ejercicio de ser agorero sino porque, haciendo un sincero ejercicio de análisis, no tenemos los mimbres suficientes como para dar de nuevo este golpe en la mesa. Pero más allá del resultado, no se le puede negar a Luis Enrique el esfuerzo colectivo del grupo, las ganas por intentarlo y, sí, durante muchas fases de los partidos, las intenciones por jugar un fútbol bonito y de ataque. El problema es que falta contundencia atrás, carácter en el medio y puntería arriba, y sin los conceptos básicos de los equipos campeones resulta muy difícil salir campeón, algo que lo más seguro no ocurra y que, seguramente, tampoco hubiese ocurrido con jugadores del Madrid en la convocatoria.

No nos dejemos engañar; Ramos está convaleciente, Nacho ha hecho un temporadón pero no sube el nivel defensivo tantos puntos como para poder añorarle y Asensio e Isco, jugadores sobre los que hace tres años se podría haber formado un proyecto ganador, soy hoy sólo sombras de lo que aspiraron a ser. Luis Enrique no ha actuado con el corazón sino que lo ha hecho con la cabeza por más palos que quieran atizar en su espalda y por más desprecios que vaya acumulando con la suma de los resultados. Y es que tanto lo acontecido más allá del estadio como lo hecho en el mismo recinto nos refleja más como sociedad que como país, porque le damos al seleccionador por el antojo de una corriente de opinión y le damos a nuestro delantero por el antojo de una corriente de maldad. Llevamos más de un año pidiendo de rodillas que nos dejen entrar a un estadio y cuando se dan las circunstancias aprovechamos el regalo para insultar a uno de nuestros jugadores. Aún somos demasiado paletos.

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