martes, 20 de agosto de 2024

El pozo de los deseos

El pozo de los deseos no existe en el jardín de los necesitados. En un fútbol tendente a la globalización y con una comercialización mediática tendente al monopartidismo, a los capataces de obra les toca buscar mano de obra eficiente en los suburbios del descarte. Futbolistas de perfil bajo o tipos que vienen de vuelta, son objeto de deseos de todos aquellos que, límite salarial delante, han de buscarse la vida entre minas cavando túneles de supervivencia.

El Betis vio marchar a Borja y a Ayoze, siendo este último gran refuerzo del Villarreal, y mientras trata de convencer al Barça para sacar de sus filas a un descarte brasileño, sigue lamiendo las heridas del centro causadas por las bajas de Guido y Pezzela. El propio Villarreal, que vio como el Atleti le quitaba a su goleador a golpe de cheque, hubo de buscar la vida más allá del recurso y así llegaron Ayoze a precio de saldo y Pepé a precio de incertidumbre. Porque son muchos los tipos que buscan redención en camisetas necesitadas, pero pocos los que finalmente se terminan ganando esa segunda oportunidad.

El Sevilla, como cada año, hubo de ver como su goleador partía rumbo a tierras lejanas y como la dirección deportiva hacía cábalas para reforzar un equipo en busca de un nuevo rumbo. El trabajo de Pimienta ya lo tenía hecho Valverde quien, gracias al arraigo ganado con la Copa del Rey, no ha tenido que lamentar bajas por más que su defensa pida a gritos un recambio de competencia. No puede suspirar con alivio Imanol quien ha visto como, de un plumazo, dos de sus capitanes partían rumbo a buques de guerra. Sin dos campeones de Europa, buscarse la vida en la zona alta va a ser mucho más difícil y cuando las cosas vayan mal, los agradecidos mirarán al palco y estos, tan desagradecidos con el pasado como con las voces ajenas, darán un golpe en la espalda y dirán un gracias por todo que sabrá a dolor sin gloria.

Jugarse la cuarta plaza de Champions, más las de Europa League, va a ser una batalla cruenta entre equipos que verán de lejos como los líderes se escapan cual Pogacar en un Tourmalet que han de subir en triciclo. A la fiesta se les unirá el Girona, quien aún tiene la disyuntiva de como afrontará su desgaste en la Champions y quizá el Valencia que, pese a ser cada año un poquito más débil, sigue manteniendo intacta su áurea de equipo grande.

Es la liga que nos ha dejado Tebas. Una carrera de fondo desigualada en la que dos no rinden cuentas al banco y otro puede respirar gracias al trabajo inconmensurable de su entrenador estrella. El resto, dieciocho cuadrillas en busca de un objetivo, estarán más cerca entre sí de lo que podrán estar de los grandes y todavía, cuando nos anuncien una visita del Madrid o el Barça a uno de los campos donde Europa pueda ser un objetivo, nos venderán el partidazo de la mejor liga del mundo. Lo bueno es que, al menos, eso ya no se lo cree ni Dios.

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