jueves, 30 de marzo de 2017

Una luz en el camino

Hay una especie de instinto que sobrevive en los goleadores que les convierte en tipos de naturaleza única. En un deporte donde la finalización vale oro y la consecución es el camino hacia la gloria eterna, contar con un goleador eficaz es el camino más rápido hacia el éxito porque el gol, como el lujo, se paga con monedas de oro.

Existen tipos de olfato fino que no necesitan interpretar el juego para conocer los secretos del área. Otros, más sofisticados, prefieren interactuar con los centrocampistas antes de hacerse invisibles y aparecer en el área y fijar su objetivo en la red de la portería rival. Los hay más rápidos, más listos y más fuertes. El catálogo es tan extenso que cualquiera puede condicionar su juego en función de las cualidades de su delantero; lo realmente difícil es encontrar un tipo que se amolde a cualquier circunstancia y a cuya mano puedas agarrarte en el borde del precipicio.

Hay jugadores que, por inesperados, constituyen un soplo de ilusión en el sueño constante de cada afición. Durante los dos últimos años hemos ido viendo la evolución del Manchester City de un equipo dominador a otro dormido para pasar de nuevo a un quiero y no puedo que le está castigando por la ausencia de finalización. Una vez que Agüero ha perdido el hambre y que Iheanacho sigue siendo un proyecto de finalizador sin la necesaria consistencia, a Guardiola no le queda otra que agarrarse a la tabla de Gabriel Jesús para salvar unos muebles que la corriente del río está arrastrando hacia una catarata infinita.

En Gabriel Jesús se adivinan las grandes condiciones de los mejores delanteros brasileños, que es casi como nombrar la biblia del gol. No solamente es rápido y hábil, condiciones con las que ya cuentan muchos de los delanteros de la actualidad, sino que también sabe interpretar el juego de posición. Se tira a la banda para dar oxígeno al centro del campo, juega de primeras en la zona de tres cuartos y acompaña la jugada siempre de frente para encontrar el gol en las mejores condiciones.

No es de extrañar, pues, que la lesión del brasileño haya caído como un puñal en el corazón de un equipo que amagó con reinventarse y ha tenido que regresar al juego posicional. El fútbol gira en torno a Silva porque no hay un mediocentro creativo sobre el que posar el juego, De Bruyne es más un contragolpeador que un director y Sterling y Sane dependen del espacio en un equipo que no los encuentra. Sin alas y sin director, Agüero se ve abocado a su propia melancolía. Durante un par de meses, Gabriel Jesús iluminó el camino de un equipo encerrado en un callejón sin salida. Ahora solamente falta saber qué ocurrirá en su vuelta para terminar de saber si el problema del City es estructural o simplemente coyuntural.

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