martes, 16 de abril de 2024

A la gloria por el infierno

El infierno es un muro pintado de amarillo, miles de alemanes gritando consignas a favor de su equipo, la historia de un club que ha certificado victorias en casa como naves espaciales, leyendas de inframundo bajo un cielo oscuro y una derrota escondida bajo los focos relucientes de un estadio lleno hasta la bandera. El infierno, para el Atleti, estará en Dortmund durante un par de horas y para salir vivo de allí necesitará algo más que coraje y corazón ya que al fútbol se le combate con fútbol.

El Atleti, que cada vez tiene menos talento, tiene una cita con la historia bajo el muro amarillo del Signal Iduna Park, bajo un ambiente hostil dispuesto a dejarse el alma por su equipo, bajo una historia reciente que le coloca como un equipo débil fuera de casa y como un conjunto blando a la hora de defender balones cruzados y combinaciones en la frontal. En la incógnita aparece Oblak, tantas veces salvador de línea y últimamente un manojo de dudas ante la enésima oportunidad de mostrarse como una leyenda mayúscula y la resolución aparece un Griezmann que regresó para jugar partidos así y que sigue tirando del hilo invisible que une a su equipo con una afición indeleble.

Porque la gloria pasa por obviar el miedo, por sacar el pecho, por no dudar en los balones divididos, por dejarse el alma en las segundas jugadas, por no dejar que los delanteros te acogoten y que los extremos te ganen metros con desmarques en diagonal, con detener el juego tantas veces como sea posible, en aguantar los primeros envites, en mirar hacia arriba y en aprovechar las pocas oportunidades que se tengan porque esta competición ha demostrado, históricamente, que además de premiar a los más constantes suele terminar sonriendo a los más eficaces.

La gloria es un bocado de historia pintada de azul y blanco que saldrá con el culo prieto y las consignas claras, sólo hace falta hacer valer los preceptos y saber que se puede sudar, sangrar y llorar, que se puede hasta perder, algo que es probable, pero que nunca, nunca, nunca, se debe dejar en el muestrario de los horrores, ni la vergüenza ni el orgullo.

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