lunes, 5 de noviembre de 2018

La extraponderación del talento

Vivir en la época del clickbait, en la era del highlight, nos ha convertido en bobos solemnes consumidores de momentos. Nada vive del análisis, nada se autoafirma por sí sólo si no ha pasado por el tamiz de la consideración. El trabajo, como fuente de inspiración, ha quedado relegado al plano de lo inócuo y la vistoso, por escaparatista, ha conseguido ganar enteros hasta situarse en la cima de la pretensión.

Venía pasando con Coutinho. Sus goles y sus regates puntales venían escondiendo el verdadero problema de juego que viene mostrando durante sus meses como jugador del Barça. Futbolista de destellos, gusta esconderse en la cal para recibir más allá de tres cuartos. Raramente se le ve en el barro de la creación y más raramente se le ve en la confrontación. Se le fichó como sustituto de Neymar, y sin necesidad de ponderar a este para desmerecer a aquel, cabe decir que la diferencia entre ellos es que uno busca el balón y el otro espera que le llegue.

Pero la desproporción ha llegado en forma de difamación informativa con el caso Vinicius. No voy a poner en duda la valía del jugador brasileño del Real Madrid, nada más lejos de mi intención. Es posible que los pronósticos se terminen cumpliendo y el chico marque una época, pero no es, para nada, ni medio normal, que se dibuje como un jugador de ensueño a un futbolista que lanzó un disparo que iba a fuera de banda y, de rebote, consiguió un gol casi ridículo. Un chico que sólo había jugado tres minutos en primera y que, de la noche a la mañana, tras un buen partido ante un Segunda B, ya era el salvador del madridismo.

La prensa, como licuadora de emociones y predistigitadora de sueños, ha determinado, en más de una ocasión, la carrera de futbolistas que nunca llegaron a cuajar. Y lo hacen para esconder la verdad, para vender ilusión y, sobre todo, para bombardear con humo sobre el peligro de una crisis. Porque saben que la risa siempre vende más que el llanto.

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