miércoles, 14 de febrero de 2018

Palos de ciego

En el reverso de un libro, más allá de la ilustrada portada, de la biografía del autor y de la llamada a
la lectura, previa recomendación de un titular ambigüo, se descifran las cuatro claves que conducen al lector a sumergirse en el océano del texto. Cada libro, como contiene una historia, una reflexión o una trama distinta, es un mundo en sí mismo. Algo parecido ocurre con un equipo de fútbol, sólo que aquí, no buscamos la variedad como contrapunto del gusto, sino que nos obcecamos, una y otra vez en darnos de cabeza contra el mismo ejemplar por más que los titulares ambiguos y las descifrables críticas nos recomienden dejar la cabeza a un lado y el corazón en el otro.

El titular del Atleti, en estas últimas fechas de incertidumbre, se aproxima al tedio más que al entretenimiento. No es difícil discernir que será de un partido del equipo teniendo en cuenta que apenas encaja goles y que, para fortuna de su vicisitud, suele adelantarse en el marcador en la mayoría de sus duelos. Es aquí donde comienza una historia de sufrimiento y tensión que suele durar lo que dura la defensa del gol obtenido. Si el mismo llega, como en el pasado encuentro, en el primer minuto, somos muchos los que comenzamos a sospechar que aquello se convertirá en noventa minutos de tortura y una vida de incertidumbre, porque una vez señalado el final y todos felices con el resultado, nos asalta una certeza que nos remueve inquietos una vez cubrimos nuestra cabeza con la sábana del reposo; el próximo partido, probablemente vuelva a ser igual.

Que el Atleti tenga un plan, es algo que a pocos se le escapa como una premisa cierta. Más complicado es el discernir que ese plan, más allá de que la mayoría de las veces termine funcionando, se esté ejecutando con la perfección de quien planea cada tramo de su aventura. En las historias diarias del Atleti, las pérdidas de balón, los despejes a ninguna parte y los atascos creativos se han convertido en una trama del argumento tan previsible que comienza a causar cierto desasosiego el acercarse a las librerías audiovisuales para acercarse a semejante despropósito futbolístico. Los que lo hacemos, más que por pasión, es porque tenemos el sentimiento tan ciego que terminamos perdonando cada desliz creyendo, quizá de manera ilusoria, que la próxima vez será la buena y las grandes aventuras de héroes redimidos regresaran al filo de nuestra memoria.

Punto a punto, logro a logro, el Atleti, con su macabro plan alternativo, ha conseguido, más allá de las palabras, un hecho tan certero como que muchos hayan puesto en duda el merecido favoritismo ganado por el Barça durante la primera mitad de la temporada. Algunos, en sus análisis de populismo, aciertan a colocar al Atleti como principal candidato al título de liga. Para ser honestos, cabe decir que pasionalmente todos soñamos con un final feliz, pero con la verdad en las manos y partidos como el de Málaga en el recuerdo, todos creemos que, más allá de la fe, existe la verdadera premisa del fútbol: al final siempre gana el mejor. Y en esta historia, aunque el Atleti haya acertado a tocar varias notas con los ojos cerrados, la sinfonía final está muy lejos de acercarse a la perfección porque con los ojos abiertos y la mente lúcida se analiza mejor que dando palos de ciego.

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