martes, 4 de septiembre de 2018

Obligatoriedad

Cuando Messi toma la batuta, cuando el genio se da cuerda a sí mismo, cuando el aparato empieza a moverse, cuando el fútbol desborda a la lógica, el Barça, más que un equipo, se convierte en una coral. Cuando se dan las situaciones propias y las ajenas; virtuosismo en la combinación, implicación en la presión, imaginación en la elaboración y aparición de espacios, cualquier equipo menor puede irse a casa con un saco de goles. El Huesca, que jugó alegre pero pecó de bisoñez y osadía, perdió, pero se llevó a casa la sensación de haber obligado al Barça a ofrecer su mejor versión. Hay muchas maneras de morir pero en definitiva, la derrota son cero puntos igual con uno a cero que con ocho a dos. Teniendo en cuenta que en estos partidos no hay nada que perder y mucho que ganar ¿Es mejor jugarse el tipo mirando al monstruo a los ojos y es necesario escabullirse con la mirada baja? Quien no lo intenta, dicen, no lo consigue. El problema es que, ante Messi y la inspiración del talento, hacen falta mucho más que bemoles para conquistar la plaza. Una nueva temporada y la pulga sigue en plan show. Los premios, pensará, se los dejo a otros, el fútbol, sabrá, sigue siendo suyo. El camino de regreso al podio pasa por actuaciones estelares y por el reencuentro del éxito continental. Messi, al igual que el Barça, saben que golear al Huesca es un ejercicio de obligatoriedad, pero deben saber, sobre todo, que pasar el muro de la Roma o la Juventus de turno, es un ejercicio de necesidad.

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