jueves, 3 de enero de 2019

Control contra vértigo

Los equipos ganadores conjugan la ambición y la intensidad con el primor de quien tiene el ahínco de la búsqueda constante. Es la necesidad de ganar, de querer ganar y de demostrar que se quiere ganar, para ello, no sólo se necesitan unas piernas fuertes y un corazón amplio, talento aparte, ya que se da por presupuesto, la cabeza debe funcionar como un reloj y no perder el deseo de victoria; ese sentimiento inócuo que los expertos llaman hambre. Se trata de poner a funcionar la maquinaria y tomar la velocidad de crucero. Así, puerto a puerto, la consigna se irá cumpliendo y, si el físico, en forma de lesiones o cansancio, respeta y el miedo, ese atroz monstruo que atenaza, no aparece, se podrá llegar a la orilla sin riesgo de ahogamiento.

El Liverpool es un estado de ánimo en toda la extensión de la palabra. Tiene una fe tan ciega en sus posibilidades, que juega a mil por hora sin pensar en las consecuencias. Ha impuesto un ritmo tan alto, que ni el propio Manchester City de Guardiola ha sido capaz de seguir. Maneja los tiempos con soltura y, sobre todo, mantiene en cada futbolista la mirada asesina de quien quiere seguir cobrando víctimas. Diecisiete victorias en veinte partidos y la sensación de que está ante una oportunidad histórica. Hace ya treinta años desde que campeonó por última vez; treinta años esperando un título que, años ha, se había convertido en propiedad privada.

Existe una sensación, parecida al miedo, que debe recorrer la espina dorsal de cada uno de los aficionados red. Por ello, el partido de esta noche se puede convertir en una prueba de fuego con tintes casi definitivos. De poder distanciar al City en diez puntos, es más que posible que los liverpudlians puedan volver a soñar a lo grande. Hace cinco años, con una Premier casi ganada y unas botellas casi descorchadas, el equipo se vino abajo y las opciones se esfumaron de la manera más abrupta. Es el miedo al vacío; cuando la necesidad de ganar puede más que la necesidad de jugar. Las huestes están preparadas y se enfrentarán a su propia vida mirando a los ojos del destino. Si algo saben Guardiola y Klopp, es que en los partidos clave es cuando aparecen los jugadores de verdad. Será control contra vértigo, pero será, sobre todo, deseo contra realidad.

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